Eros y Poder.

Citas y comentarios de los libros

 Byung-Chul Han. (2014. La agonía del Eros. Barcelona: Herder Editorial. Referenciada en adelante como (AE)

 Byung-Chul Han. (2014). Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Barcelona: Herder Editorial Referenciada en adelante como (PS)

Nota de J. M. Moreno: en este escrito transcribo un conjunto de citas y fragmentos de dos obras, La Agonia de Eros, y Psicopolítica, de un clarividente filósofo contemporáneo, Byung-Chul Han. Las citas han sido seleccionadas por mí,  y en ocasiones las acompaño de algunos comentarios y reflexiones propias, que escribo entre corchetes. Las secciones en las que estructuro las citas y comentarios obedecen asimismo a mi criterio.

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Eros

“No solo el exceso de oferta de otros otros conduce a la crisis del amor, sino también la erosión del otro, que tiene lugar en todos los ámbitos de la vida y va unida a un excesivo narcisismo de la propia mismidad.” (AE, p. 9)

[En Psicología sobre todo aquella que se enraiza en la mirada dialéctica, sabemos que el Yo y el Otro son el par constituyente de la propia subjetividad. En realidad este Otro que aparece en los sueños, en las relaciones o en los síntomas psicológicos suele ser portador de esta otredad, de esta alteridad, que conforma inevitablemente la experiencia del Homo Totus, la totalidad psicológica del ser. Este Otro que encarnado en mi ansiedad, en mi pareja, en mi jefe, en mi amigo o enemigo siempre irrumpe bajo el álgida de la perentoria necesidad de ser acogido y reconocido. Esta apertura al Otro, o a lo Otro en mí suele estar en la génesis de la mayoría de problemas psicológicos y de relación interpersonal. En realidad lo que explica que la mayoría de veces la irrupción del Otro o de lo Otro en nuestra vida se vuelva amenazante, agobiante y causante de síntomas suele venir más por la imposibilidad del ego o del sujeto en abrirse al encuentro. Los innumerables sueños en que algo o alguien (conocido o desconocido) nos persigue y el Ego escapa como puede con éxito o sin éxito de la “persecución” son testimonio de la actitud con la que vivimos en la vida al ser interpretadas las situaciones o experiencias en las que se presentan en la vida como un peligro a la propia ilusión de continuidad y consistencia psíquica del sujeto.]

“El Eros se dirige al otro en sentido enfático, que no puede alcanzarse bajo el régimen del yo. Por eso, en el infierno de lo igual, al que la sociedad actual se asemeja cada vez más, no hay ninguna experiencia erótica. Esta presupone la asimetría y exterioridad del otro. No es casual que Sócrates, como amado, se llame atopos [ La negatividad de la alteridad, a saber, la atopía del otro, que se sustrae a todo poder, es constitutiva para la experiencia erótica: «La esencia del otro es la alteridad. (AE p. 22 )]. El otro, que yo deseo y que me fascina, carece de lugar. Se sustrae al lenguaje de lo igual: «Atópico, el otro hace temblar el lenguaje: no se puede hablar de él, sobre él; todo atributo es falso, doloroso, torpe, mortificante».  La cultura actual del constante igualar no permite ninguna negatividad del atopos.  Comparamos de manera continua todo con todo, y así lo nivelamos para hacerlo igual, puesto que hemos perdido precisamente la atopía del otro. La negatividad del otro atópico se sustrae al consumo.Así, la sociedad del consumo aspira a eliminar la alteridad atópica a favor de diferencias consumibles, heterotópicas. La diferencia es una positividad, en contraposición a la alteridad.” ( AE p.10).

[“Pensamos” en un “chip mental que nos convence que los pares de opuestos son enemigos cuasi irrenconciliables. Uno, en la vida, ha de optar por el lado positivo, así en todos los binomios que se nos presentan sólo el lado positivo es el deseable, el que se ha de lograr, disfrutar, etc. Así en los binomios salud/enfermedad, éxito/fracaso, acierto/error, felicidad/sufrimiento, dolor/placer siempre actuamos con la lógica de esforzarse en conseguir el elemento positivo y rechazar, huir de, ignorar, etc., su polo negativo, su Otro. Pensamiento positivo, el derecho a la felicidad, la obsesión por la salud, etc. son el norte que orienta, actualmente nuestra brújula existencial. Todo ello nos hace ignorar y así arrojarnos a desagradables consecuencias, la íntima y necesaria relación dialéctica que se da entre los pares de opuestos. Es bajo esta relación dialéctica que la negatividad – mencionada varias veces en sus escritos por el autor, cobra una dimensión clave, en la comprensión de los conflictos. El papel de lo negativo como mediación y como momento esencial en el despliegue de la verdad de las experiencias tanto personales como colectivas. El pensamiento dialéctico (Hegel)  adopta la negatividad, lo negativo, la negación, como su principio metodológico fundamental. Precisamente este pensamiento niega valor de realidad a lo inmediato, siendo éste casi siempre una expresión de ideas sin determinación, declaraciones abstractas y fijas, empezando la realidad a llenarse de contenido a medida que las ideas abstractas se vivifican por el pensamiento que saca a relucir sus íntimas contradicciones, sus negaciones, su Otro. Ver también unas reflexiones sobre Lo negativo de Enrique Eskenazi].

“Vivimos en una sociedad que se hace cada vez más narcisista. La libido se invierte sobre todo en la propia subjetividad. El narcisismo no es ningún amor propio. El sujeto del amor propio emprende una delimitación negativa frente al otro, a favor de sí mismo. En cambio, el sujeto narcisista no puede fijar claramente sus límites. De esta forma, se diluye el límite entre él y el otro. El mundo se le presenta solo como proyecciones de sí mismo. No es capaz de conocer al otro en su alteridad y de reconocerlo en esta alteridad… El sujeto narcisista-depresivo está agotado y fatigado de sí mismo. Carece de mundo y está abandonado por el otro. Eros y depresión son opuestos entre sí. El Eros arranca al sujeto de sí mismo y lo conduce fuera, hacia el otro. En cambio, la depresión hace que se derrumbe en sí mismo. El actual sujeto narcisista del rendimiento está abocado, sobre todo, al éxito. Los éxitos llevan consigo una confirmación del uno por el otro. Ahora bien, el otro, despojado de su alteridad, queda degradado a la condición de espejo del uno, al que confirma en su ego… el Eros hace posible una experiencia del otro en su alteridad, que saca al uno de su infierno narcisista. El Eros pone en marcha un voluntario des-reconocimiento de sí mismo, un voluntario vaciamiento de sí mismo.” (AE pp. 11-12)

[En la consulta clínica cada vez es más frecuente lidiar con casos de personas que independientemente de su género, credo, nivel económico y cultural, etc. presenta problemas de falta de apetito por el sexo y/o síntomas y problemas relacionados directa o indirectamente con esta “agonía del Eros” y/o con el mencionado infierno narcisista que nace de un ego obsesionado con presentar al Otro solo su mejor vesión renegando, ignorando las propias debilidades y mediocricidades y por ello incapaz de aceptar y tolerar los mismo en el Otro. La otra cara de la moneda es que el mismo infierno narcisista se manifiesta como una autoflagelación, como atestiguan los numerosos casos del “me falta autoestima”, “no doy la talla”, etc. que dan lugar a inhibiciones de variado tipo o sintomatología.]

Eficacia y rendimiento

“La sociedad del rendimiento está dominada en su totalidad por el verbo modal poder, en contraposición a la sociedad de la disciplina, que formula prohibiciones y utiliza el verbo deber… La llamada a la motivación, a la iniciativa, al proyecto, es más eficaz para la explotación que el látigo y el mandato. El sujeto del rendimiento, como empresario de sí mismo, sin duda es libre en cuanto que no está sometido a ningún otro que le mande y lo explote; pero no es realmente libre, pues se explota a sí mismo, por más que lo haga con entera libertad. El explotador es el explotado. Uno es actor y víctima a la vez. La explotación de sí mismo es mucho más eficiente que la ajena, porque va unida al sentimiento de libertad. Con ello la explotación también es posible sin dominio… este empresario por cuenta propia en realidad no es libre, sino que simplemente cree serlo, cuando en verdad se explota a sí mismo… La proclamación neoliberal de la libertad se manifiesta, en realidad, como un imperativo paradójico: sé libre. Precipita al sujeto del rendimiento a la depresión y al agotamiento.”  ( AE pp. 19-20)

“La coacción engendrada por uno mismo se presenta como libertad, de modo que no es reconocida como tal. El tú puedes incluso ejerce más coacción que el tú debes. La coacción propia es más fatal que la coacción ajena, ya que no es posible ninguna resistencia contra sí mismo. El régimen neoliberal esconde su estructura coactiva tras la aparente libertad del individuo, que ya no se entiende como sujeto sometido (subject to), sino como desarrollo de un proyecto. Ahí está su ardid. Quien fracasa es, además, culpable y lleva consigo esta culpa dondequiera que vaya. No hay nadie a quien pueda hacer responsable de su fracaso.Tampoco hay posibilidad alguna de excusa y expiación. Con ello surge no solo la crisis de culpa, sino también la de gratificación.”  (AE p.21)

[En la obra del mismo autor, Psicopolítica, leemos “El sujeto neoliberal como empresario de sí mismo no es capaz de establecer con los otros relaciones que sean libres de cualquier finalidad. Entre empresarios no surge una amistad sin fin alguno. Sin embargo, ser libre significa estar entre amigos. «Libertad» y «amigo» tienen en el “indoeuropeo la misma raíz. La libertad es, fundamentalmente, una palabra relacional. Uno se siente libre solo en una relación lograda, en una coexistencia satisfactoria. El aislamiento total al que nos conduce el régimen liberal no nos hace realmente libres. En este sentido, hoy se plantea la cuestión de si no deberíamos redefinir, reinventar la libertad para escapar a la fatal dialéctica que la convierte en coacción. El neoliberalismo es un sistema muy eficiente, incluso inteligente, para explotar la libertad. Se explota todo aquello que pertenece a prácticas y formas de libertad, como la emoción, el juego y la comunicación. No es eficiente explotar a alguien contra su voluntad. En la explotación ajena, el producto final es nimio. Solo la explotación de la libertad genera el mayor rendimiento.” (PS p. 20)]

El amor

“El amor se positiva hoy como sexualidad, que está sometida, a su vez, al dictado del rendimiento. El sexo es rendimiento.Y la sensualidad es un capital que hay que aumentar. El cuerpo, con su valor de exposición, equivale a una mercancía. El otro es sexualizado como objeto excitante. No se puede amar al otro despojado de su alteridad, solo se puede consumir. En ese sentido, el otro ya no es una persona, pues ha sido fragmentado en objetos sexuales parciales. No hay ninguna personalidad sexual.” (AE p. 23)

“Si el otro se percibe como objeto sexual, se erosiona aquella «distancia originaria» que, según Buber, es «el principio del ser humano» y constituye la condición trascendental de posibilidad de la alteridad. La «distancia originaria» impide que el otro se cosifique como un objeto, como un «ello». El otro como objeto sexual ya no es un «tú». Ya no es posible ninguna relación con él. La «distancia originaria» trae el decoro trascendental, que libera al otro en su alteridad, es más, lo distancia…El objeto sexual no tiene ningún «rostro» que constituya la alteridad, la alteridad del otro que impone distancia… la cercanía es una negatividad en cuanto lleva inscrita una lejanía. Por el contrario, en nuestro tiempo se produce una eliminación total de la lejanía. Pero esta, en lugar de producir cerca- nía, la destruye en sentido estricto. En vez de cercanía surge una falta de distancia. La cercanía es una negatividad. Por eso lleva inherente una tensión. En cambio, la falta de distancia es una positividad. La fuerza de la negatividad consiste en que las cosas sean vivificadas justamente por su contrario. A una mera positividad le falta esta fuerza vivificante. 

“El amor se positiva hoy para convertirse en una fórmula de disfrute. De ahí que deba engendrar ante todo sentimientos agradables.No es una acción, ni una narración, ni ningún drama, sino una emoción y una excitación sin consecuencias. Está libre de la negatividad de la herida, del asalto o de la caída. Caer (en el amor) sería ya demasiado negativo. Pero, precisamente, esta negatividad constituye el amor: «El amor no es una posibilidad, no se debe a nuestra iniciativa, es sin razón, nos invade y nos hiere». La sociedad del rendimiento, dominada por el poder, en la que todo es posible, todo es iniciativa y proyecto, no tiene ningún acceso al amor como herida y pasión. El principio del rendimiento, que hoy domina todos los ámbitos de la vida, se apodera también del amor y de la sexualidad. En el super- ventas Cincuenta sombras de Grey, la protagonista de la novela se admira de que su compañero se imagine la relación como una «oferta de empleo, con sus horarios, la descripción del trabajo y un procedimiento de resolución de conflictos bastante riguroso». El principio del rendimiento no se compagina con la negatividad del exceso y de la transgresión. Por eso, entre «los acuerdos» a los que se obliga el sujeto («Sub») se encuentran: mucho deporte, comida sana y suficiente sueño. Incluso está prohibido tomar entre las comidas otra cosa que no sea fruta. La «Sub» ha de evitar también el consumo excesivo de alcohol, y no puede fumar ni tomar drogas. Incluso la sexualidad ha de someterse al mandato de la salud. Está prohibida toda forma de negatividad.” (AE pp. 24 a 26)

“El amor, en la medida en que hoy no significa sino necesidad, satisfacción y placer, es incompatible con la sustracción y la demora del otro. La sociedad, como máquina de búsqueda y consumo, suprime el deseo dirigido al ausente, que, en cuanto tal, no puede hallarse, cogerse y consumirse… La alteridad no es ninguna diferencia que pueda consumirse. El capitalismo elimina por doquier la alteridad para someterlo todo al consumo. El Eros es, asimismo, una relación asimétrica con el otro.Y de esta forma interrumpe la relación de cambio. Sobre la alteridad no se puede llevar la contabilidad, ya que no aparece en el balance de haber y deber. ( AE p. 29 y  30).

“La comunicación erótica de la antigüedad es todo menos plácida. Según Ficino, el amor es la «peste más perniciosa». Es una «transformación». «Enajena al hombre de su propia naturaleza y le trae la extraña». Esta transformación y vulneración constituye su negatividad, que hoy se pierde por completo a causa de la creciente positivación y domesticación del amor. El hombre actual per- manece igual a sí mismo y busca en el otro tan solo la confirmación de sí mismo.”   AE (p. 33). 

“[El amor hoy] es domesticado para convertirlo en una fórmula de consumo, como un producto sin riesgo ni atrevimiento, sin exceso ni locura. Se evita toda negatividad, todo sentimiento negativo. El sufrimiento y la pasión dejan paso a sentimientos agradables y a excitaciones sin consecuencias. En la época del quickie, del sexo de ocasión y distensión, también la sexualidad pierde toda negatividad. La ausencia total de negatividad hace que el amor hoy se atrofie como un objeto de consumo y de cálculo hedonista. El deseo del otro es suplantado por el confort de lo igual. Se busca la placentera, y en definitiva cómoda, inmanencia de lo igual. Al amor de hoy le falta toda trascendencia y transgresión. 

La dialéctica hegeliana de amo y esclavo describe una lucha a vida o muerte. El que después será amo no teme la muerte. Su deseo de libertad, reconocimiento y soberanía lo eleva sobre la preocupación por la mera vida. Lo que induce al esclavo futuro a someterse al otro es el miedo a la muerte. El esclavizado prefiere la esclavitud a la muerte amenazante. Se aferra a la mera vida. No es la superioridad física de un partido lo que determina el desenlace de la lucha; más bien, es decisiva la «capacidad de muerte». Quien no tiene la capacidad de muerte no arriesga su vida. En lugar «de ir a la muerte consigo mismo», permanece «en sí mismo dentro de la muerte». No se entrega a la muerte. Así se convierte en esclavo y trabaja.” ( AE pp. 33-34).

“El trabajo y la mera vida están estrechamente relacionados. Son reacciones a la negatividad de la muerte. La defensa de la mera vida se agudiza hoy como absolutización y fetichización de la salud. El esclavo moderno la prefiere a la soberanía y la libertad. Se parece al «último hombre» de Nietzsche, para el que la salud como tal consti- tuye un valor absoluto. La salud es elevada a la condición de «gran diosa»: «Se venera la salud. “Nosotros hemos inventado la felicidad” —dicen los últimos hombres y parpadean». Donde se sacraliza la mera vida, la teología da paso a la terapia; o bien la terapia se hace teológica. La muerte ya no tiene ningún puesto en el catálogo de rendimiento de la mera vida. Ahora bien, mientras alguien permanece esclavo y se aferra a la mera vida está sometido al amo. «Pero el combatiente y el victorioso odian por igual vuestra aspaventosa muerte que se acerca furtiva como un ladrón —y que, sin embargo, viene como señor».

“El eros como exceso y transgresión niega tanto el trabajo como la mera vida. Por eso, el esclavo, que se agarra a la mera vida y trabaja, no es capaz de ninguna experiencia erótica, de deseo erótico… El sujeto actual del rendimiento se parece al esclavo hegeliano, si bien con el detalle de que no trabaja para el amo, sino que se explota de manera voluntaria a sí mismo… El capitalismo absolutiza la mera vida. Su fin no es la vida buena. Su compulsión a la acumulación y al crecimiento se dirige precisamente contra la muerte, que se le presenta como pérdida absoluta.  (AE p.  35 y 36).

“Quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace a sí mismo responsable y se avergüenza, en lugar de poner en duda a la sociedad o al sistema. En esto consiste la especial inteligencia del régimen neoliberal. No deja que surja resistencia alguna contra el sistema. En el régimen de la explotación ajena, por el contrario, es posible que los explotados se solidaricen y juntos se alcen contra el explotador. Precisamente en esta lógica se basa la idea de Marx de la «dictadura del proletariado». Sin embargo, esta lógica presupone relaciones de dominación represivas. En el régimen neoliberal de la autoexplotación uno dirige la “agresión hacia sí mismo. Esta autoagresividad no convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo.

Ya no trabajamos para nuestras necesidades, sino para el capital. El capital genera sus propias necesidades, que nosotros, de forma errónea, percibimos como propias. El capital representa una nueva trascendencia, una nueva forma de subjetivización. De nuevo somos arrojados del nivel de la inmanencia de la vida, donde la vida se relacionaría consigo misma en lugar de someterse a un fin extrínseco.”(PS p. 21)

“Hegel es receptivo para la alteridad como ningún otro pensador. Esta sensibilidad no puede rechazarse como idiosincrasia. Hegel no debería leerse como lo han hecho, por ejemplo, Derrida, Deleuze o Bataille. Según su manera de interpretar, el «absoluto» apunta a la fuerza y a la totalidad. Pero, en verdad, el absoluto en Hegel significa sobre todo amor: «En el amor, bajo el aspecto del contenido, se dan los momentos que hemos aducido como concepto fundamental del espíritu absoluto: el retorno reconciliado desde su otro a sí mismo».29 Absoluto significa «no limitado». Es precisamente un espíritu limitado el que se quiere de manera inmediata a sí mismo y se aparta del otro. En cambio, es absoluto el espíritu que reconoce la negatividad del otro. Según Hegel, la «vida del espíritu» no es la mera vida «que teme la muerte y se mantiene intacta frente a la devastación», sino la vida que «la soporta y se conserva en ella…

Según Hegel, la «definición de lo absoluto» se cifra en que «es la conclusión».  La conclusión no es aquí ninguna categoría de la lógica formal. La vida misma, diría Hegel, es una conclusión, y esta última sería una violencia, una exclusión violenta del otro, si no fuera una conclusión absoluta sino una conclusión limitada, e incluso un cortocircuito. La conclusión absoluta es larga y lenta, y supone una demora en lo otro. La dialéctica misma es un movimiento de deducir, abrir y volver a cerrar. El espíritu se desangraría por las heridas que la negatividad del otro le infligiera si él no fuera capaz de ninguna conclusión. No toda conclusión es violencia.Se concluye paz.Se concluye (cierra) amistad. El amor es una conclusión absoluta porque presupone la muerte, la renuncia a sí mismo. La «verdadera esencia del amor» consiste en «renunciar a la conciencia de sí mismo, en olvidarse de sí en otra mismidad». La conciencia del esclavo hegeliano es limitada; él no es capaz de la conclusión absoluta, porque no tiene capacidad de renunciar a la conciencia de sí mismo, o sea, no es capaz de morir. El amor como conclusión absoluta pasa a través de la muerte. ( AE p. 37-39).

[La conclusión aludida por el autor remite, a mi entender, a la culminación de una situación y/o proceso. A su desarrollo y completitud, aquella que compromete existencialmente y transforma por ello la realidad. Implica a la negatividad, a su Otro. Concluyo cuando soy capaz de asumir lo negativo, de reconocer al Otro en mi mismo,  de superar el falso ideal de lo simplemente afirmativo o positivo. ]

“No es casual que los síntomas de la depresión incluyan la indecisión, la incapacidad de resolución. La depresión es característica de un tiempo en el que, por el exceso de abrir y deslimitar, se ha perdido la capacidad de cerrar, de concluir. Desaprendemos el morir, porque no somos capaces de concluir la vida.También el sujeto del rendimiento es incapaz de cierre, de conclusión. Se rompe bajo la coacción de tener que producir cada vez más. 

“«Amor» también significa para Marsilio Ficino morir en el otro: «Sin duda cuando te amo, al amarte me reencuentro en ti que piensas en mí, y me recupero en ti que conservas lo que había perdido por mi propia negligencia»”. (AE p. 40).

“En una sociedad donde cada uno es empresario de sí mismo domina una economía de supervivencia. Esta es diametralmente opuesta a la negación de la economía por parte del Eros y la muerte. El neoliberalismo, con sus desinhibidos impulsos del yo y del rendimiento, es un orden social del que ha desaparecido por completo el Eros. La sociedad positiva, de la que se ha retirado la negatividad de la muerte, es una sociedad de la mera vida, que está dominada tan solo por la preocupación de «asegurar la supervivencia en la discontinuidad». Y esa vida es la de un esclavo. Esta preocupación por la mera vida, por la supervivencia, despoja la vida de toda vivacidad, que representa un fenómeno muy complejo. Lo meramente positivo carece de vida. La negatividad es esencial para la vivacidad: «Por lo tanto algo es viviente, solo cuando contiene en sí la contradicción y justamente es esta fuerza de contener y sostener en sí la contradicción»”. (AE p. 43)

“El Eros, que, según Platón, dirige el alma, tiene poder sobre todas sus partes: deseo (epithymia), valentía (thymos) y razón (logos). Cada parte del alma tiene su propia experiencia del placer e interpreta lo bello de forma propia en cada caso. Hoy parece que es sobre todo el deseo (epithymia) el que domina la experiencia de placer del alma. Por eso las acciones pocas veces están impulsadas por el valor (thymos). Es timótica, por ejemplo, la ira, que rompe radicalmente con lo establecido y hace comenzar un nuevo estado. Hoy cede su puesto a los enfados o los descontentos.A estos les falta la negatividad de la ruptura.Y así, dejan que siga existiendo el estado actual. Sin Eros degenera también el logos, que se convierte en un cálculo dirigido por datos, sin capacidad de prever el acontecimiento, lo incalculable. El Eros no ha de confundirse con el deseo (epithymia). Es superior no solo al deseo, sino también al Thymos. Lo incita a producir bellas acciones. El Thymos es el lugar donde puede existir contacto entre el Eros y la política. Pero la política actual, que además de carecer de valentía se desarrolla por completo sin Eros, se atrofia para convertirse en mero trabajo. El neoliberalismo lleva a cabo una despolitización de la sociedad, y en ello desempeña una función importante la sustitución del Eros por sexualidad y pornografía. Se basa en el deseo (epithymia). En una sociedad del cansancio, con sujetos del rendimiento aislados en sí mismos, también se atrofia por completo la valentía. Se hace imposible una acción común, un nosotros.”  (AE pp. 66-67).

“El amor es una «escena de lo Dos». Interrumpe la perspectiva del uno y hace surgir el mundo desde el punto de vista del otro o de la diferencia. La negatividad de una transformación revolucionaria marca un camino del amor como experiencia y encuentro: «Está claro que bajo el efecto de un encuentro amoroso, y si quiero serle fiel realmente, debo recomponer de arriba a abajo mi manera ordinaria de “habitar” mi situación».” (AE p. 68).  

“La negatividad de la transformación o de lo completamente diferente es extraña a la sexualidad. El objeto sexual permanece siempre igual a sí mismo. No le sobreviene ningún acontecimiento, pues el objeto sexual consumible no es el otro. Por eso no me cuestiona nunca. La sexualidad pertenece al orden de lo habitual, que reproduce lo igual. Es el amor del uno al otro uno. Le falta por completo la negatividad de la alteridad, que imprime su sello a la «escena de lo dos». La por-nografía agudiza la habituación, porque borra por entero la alteridad. Su consumidor ni siquiera tiene un enfrente sexual. Habita la escena del uno. De la imagen pornográfica no sale ninguna resistencia del otro o de lo real. Lo pornográfico tampoco lleva inherente ningún decoro, ninguna distancia. Es pornográfica precisamente la falta de tacto y de encuentro con el otro, a saber, el tacto autoerótico y la afección de sí mismo que protege al ego del contacto extraño o de la conmoción. De esta forma, la pornografía incrementa la dosis narcisista del yo. En cambio, el amor como acontecimiento, como «escena de lo dos», des-habitúa y reduce el narcisismo. Produce una «ruptura», una «perforación» en el orden de lo habitual y de lo igual.“ (AE p. 69).

“Sin la seducción del otro atópico, que desata en el pensamiento un deseo erótico, aquel se atrofia y no pasa de ser un mero trabajo, que reproduce siempre lo mismo. Al pensamiento calculador le falta la negatividad de la atopía. Este es trabajo en lo positivo. Ninguna negatividad le provoca inquietud. El propio Heidegger habla de un «mero trabajar», al que se rebaja el pensamiento si no se atreve, impulsado por el Eros, a entrar en lo «no recorrido», en lo no calculable. El pensamiento se hace «más fuerte», «más inquietante» en el momento en que, tocado por el aletazo del Eros, intenta llevar al lenguaje al otro atópico, carente de lenguaje. Al pensamiento calculador, guiado por los datos, le falta la resistencia del otro atópico. El pensamiento sin Eros es meramente repetitivo y aditivo. Y el amor sin Eros, sin su fuerza ascensional, degenera hasta la «mera sensibilidad». Sensibilidad y trabajo pertenecen al mismo orden. Carecen de espíritu y deseo.”  (pp. 72-73).

Teoría vs información

“La teoría es más que un modelo o una hipótesis que pueda verificarse o declararse falsa en virtud de experimentos. Teorías fuertes, como, por ejemplo, la teoría platónica de las ideas o la Fenomenología del espíritu de Hegel, no son modelos que puedan sustituirse por el análisis de datos. Allí está, como fondo, un pensar en sentido enfático. La teoría constituye una decisión esencial, que hace apare- cer el mundo de modo completamente distinto, bajo una luz del todo diferente. Es una decisión primaria, primordial, que dictamina qué es pertinente a algo y qué no lo es, qué es y tiene que ser y qué no. Como narración altamente selectiva, traza un camino de discriminación a través de lo «no transitado» todavía. 

No hay un pensamiento llevado por los datos. Sólo el cálculo es llevado por los datos. La negatividad de lo incalculable es inherente al pensamiento.Y así, está dado previamente y antepuesto a los «datos». La teoría, que está en el fondo del pensamiento, es una donación previa. Trasciende la positividad de lo dado y hace que esto, de pronto, aparezca bajo otra luz… La masa de datos e informaciones, que crece sin límites, aleja hoy la ciencia de la teoría, del pensamiento. Las informaciones son en sí positivas. La ciencia positiva, basada en los datos (la ciencia Google), que se agota con la igualación y la comparación de datos, pone fin a la teoría en sentido amplio. Esa ciencia es aditiva o detectiva, y no narrativa o hermenéutica. Le falta la constante tensión narrativa. Así se descompone en informaciones. Ante la proliferante masa de información y datos, hoy las teorías son más necesarias que nunca. Impiden que las cosas se mezclen y proliferen. Y de este modo reducen la entropía. La teoría aclara el mundo antes de explicarlo. Hemos de pensar sobre el origen común de la teoría y las ceremonias o los rituales. Todos ellos ponen el mundo en forma. Dan forma al curso de las cosas y lo enmarcan, para que estas no se desborden. En cambio, la masa actual de la información ejerce un efecto deformativo

La tremenda cantidad de información eleva masivamente la entropía del mundo, y también el nivel de ruido. El pensamiento tiene necesidad de silencio. Es una expedición al silencio. La crisis actual de la teoría tiene muchas cosas en común con la crisis de la literatura y del arte…

La causa es una crisis de la comunicación. Los nuevos medios de comunicación son admirables, pero producen un ruido espantoso». La pululante masa de información, este exceso de positividad, se manifiesta como ruido. La sociedad de la transparencia y de la información es una sociedad con muy alto nivel de ruido. Y sin negatividad se da siempre lo mismo… Las informaciones como positividades no cambian ni anuncian nada. Carecen por completo de consecuencias. En cambio, el conocimiento es una negatividad. Es exclusivo, exquisito y realizador. Así, un conocimiento al que precede una experiencia puede conmover hondamente lo que ha sido en conjunto y hacer que comience algo por completo diferente. Un exceso de simple información no deja prosperar ningún conocimiento. La sociedad de la información es una sociedad de la vivencia. Y también esta última es aditiva y acumulativa. En eso se diferencia de la experiencia, que con frecuencia es única. La vivencia no tiene ningún acceso a lo completamente distinto. Le falta el Eros, que transforma. Asimismo la sexualidad es una fórmula de vivencia positiva del amor. De ahí que sea también aditiva y acumulativa. 

En los Diálogos de Platón nos encontramos con un Sócrates que es seductor, amado y amante, que en virtud de su singularidad es llamado atopos. Su discurso (logos) se realiza como una seducción erótica. Por eso es comparado con el sátiro Marsias. Es conocido que sátiros y silenos son acompañantes de Dionisos. Según el texto pla- tónico, Sócrates es más digno de admiración que el flautista Marsias, pues él seduce y embriaga tan solo con las palabras. Todo el que las percibe queda por completo fuera de sí. Alcibíades cuenta cómo, cuando lo oye, le palpita el corazón con mucha más fuerza que los impactados por la danza de los coribantes. Dice, además, que estos «discursos de la sabiduría» (philosophia logon) lo hieren como una mordedura de serpiente, que le arrancan lágrimas. Hasta ahora apenas se ha prestado atención al hecho sorprendente de que, precisamente, en los comienzos de la filosofía y la teoría estuvieran el Logos y el Eros enlazados en una unión tan íntima. El Logos carece de vigor sin el poder del Eros.” (AE pp. 77-78). 

[Hay mucha gente hoy convencida de que sentir y pensar, de que el sentimiento y la mente van por caminos opuestos, “no te comas el coco”, “no pienses, siente”, “sigue las verdades del corazón” y otras expresiones del mismo tipo enfocan el concepto falaz preocupantemente extendido de que pensar y amar, reflexionar y sentir son pares de opuestos y por tanto como se supone que el problema es que pensamos demasiado y no sentimos. Con ello olvidamos de que el sentir es lo Otro interno del pensar y viceversa. El pensamiento real es el compañero inseparable del amor real, ]

Lo virtual

“Al principio se celebró la red digital como un medio de libertad ilimitada. El primer eslogan publicitario de Microsoft, Where do you want to go today?, sugería una libertad y movilidad ilimitadas en la web. Pues bien, esta euforia inicial se muestra hoy como una ilusión. La libertad y la comunicación ilimitadas se convierten en control y vigilancia totales. También los medios sociales se equiparan cada vez más a los panópticos digitales que vigilan y explotan lo social de forma despiadada. Cuando apenas acabamos de liberarnos del panóptico disciplinario, nos adentramos en uno nuevo aún más eficiente.

A los reclusos del panóptico benthamiano se los aislaba con fines disciplinarios y no se les permitía hablar entre ellos. Los residentes del panóptico digital, por el contrario, se comunican intensamente y se desnudan por su propia “voluntad”. Participan de forma activa en la construcción del panóptico digital. La sociedad del control digital hace un uso intensivo de la libertad. Es posible solo gracias a que, de forma voluntaria, tienen lugar una iluminación y un desnudamiento propios. El Big Brother digital traspasa su trabajo a los reclusos. Así, la entrega de datos no sucede por coacción, sino por una necesidad interna. Ahí reside la eficiencia del panóptico.

También se reclama transparencia en nombre de la libertad de comunicación. La transparencia es en realidad un dispositivo neoliberal.”(PS p. 15)

[El panóptico es una estructura arquitectónica diseñada para cárceles y prisiones cuya función social y significado  ha sido muy estudiada por M. Foucault en sus estudios e investigaciones sobre Biopolítica. Dicha estructura suponía una disposición circular de las celdas en torno a un punto central, sin comunicación entre ellas y pudiendo ser el recluso observado desde el exterior. En el centro de la estructura se alzaría una torre de vigilancia donde una única persona podía visualizar todas las celdas, siendo capaz de controlar el comportamiento de todos los reclusos. Éstos, sin embargo, no podían ser nunca conscientes de si eran vigilados]

“Una conformidad total es una consecuencia adicional del dispositivo de la transparencia. Reprimir las desviaciones es constitutivo de la economía de la transparencia. La red y la comunicación totales tienen ya como tales un efecto allanador. Generan un efecto de conformidad, como si cada uno vigilara al otro, y ello previamente a cualquier vigilancia y control por servicios secretos. Hoy la vigilancia tiene lugar también sin vigilancia. Como por obra de moderadores invisibles, se allana la comunicación y se la reduce al acuerdo general. Esta vigilancia primaria, intrínseca es mucho más problemática que la secundaria, a cargo de servicios secretos.”(Ps p. 27).

“Nos dirigimos a la época de la psicopolítica digital. Avanza desde una vigilancia pasiva hacia un control activo. Nos precipita a una crisis de la libertad con mayor alcance, pues ahora afecta a la misma voluntad libre. El Big Data es un instrumento psicopolítico muy eficiente que permite adquirir un conocimiento integral de la dinámica inherente a la sociedad de la comunicación. Se trata de un conocimiento de dominación que permite intervenir en la psique y condicionarla a un nivel prerreflexivo. “La apertura del futuro es constitutiva de la libertad de acción. Sin embargo, el Big Data permite hacer pronósticos sobre el comportamiento humano. De este modo el futuro se convierte en predecible y controlable.” (PS p. 31)

“El poder está precisamente allí donde no es tematizado. Cuanto mayor es el poder, más silenciosamente actúa. El poder sucede sin que remita a sí mismo de forma ruidosa.

El poder, sin duda, puede exteriorizarse como violencia o represión. Pero no descansa en ella. No es necesariamente excluyente, prohibitorio o censurador. Y no se opone a la libertad. Incluso puede hacer uso de ella. Solo en su forma negativa, el poder se manifiesta como violencia negadora que quiebra la voluntad y niega la libertad. Hoy el poder adquiere cada vez más una forma permisiva. En su permisividad, incluso en su amabilidad, depone su negatividad y se ofrece como libertad…“La técnica de poder propia del neoliberalismo adquiere una forma sutil, flexible, inteligente, y escapa a toda visibilidad. El sujeto sometido no es siquiera consciente de su sometimiento. El entramado de dominación le queda totalmente oculto. De ahí que se presuma libre.” (PS p. 35-36)

“El poder inteligente, de apariencia libre y amable, que estimula y seduce, es más efectivo que el poder que clasifica, amenaza y prescribe. El botón de me gusta es su signo. Uno se somete al entramado de poder consumiendo y comunicándose, incluso haciendo clic en el botón de me gusta. El neoliberalismo es el capitalismo del me gusta. Se diferencia sustancialmente del capitalismo del siglo XIX, que operaba con coacciones y prohibiciones disciplinarias.” (PS p. 38)

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