El Gran Sueño de Mercé

Josep María Moreno – ® 1999

El sueño que sigue es un magnífico ejemplo de lo que Jung denomina un Gran Sueño. Este tipo de sueños que tienen un alcance y significado superior, más vasto. hondo y significativo que un sueño ordinario.
Los Grandes sueños pueden abarcar una vida entera, el camino potencial que se ha de transitar en el curso del cumplimiento del propio destino.
La riqueza de su significado, y las tareas que conlleva motivan no solo a la vida del soñante sino a muchos, pues presentan imágenes, arquetipos y símbolos que conectan con cualquier ser humano, más allá de su situación geográfica y cultural.
Pertenecen al ámbito de la eternidad y desde allí nos invitan, nos mueven lenta pero inexorablemente a la asunción de las responsabilidades a las que cada uno de nosotros es llamado…


 «Voy a un pueblecito de l’Ampurdá . Me ha invitado un amigo de Terrassa que es ciego, a conocer su casa.
Ando por una calle antigua, de tierra empedrado. El me «ve» a través de la vidriera (como la puerta de una tienda) y me abre la puerta. Enseguida le digo: «Hola, me voy a hacer un recado y enseguida vuelvo…Estoy a punto de marcharme cuando me dice: «No, tienes que venir ahora, sino, no podrás conocer al «otro».»
Entro por la puerta de cristal. Desde dentro puedo ver la gente que se pasea por la calle. Es una habitación amplia, donde no entra el sol. Alrededor de las paredes hay una especie de mostradores.
Me sorprende lo que hay. Parece el «laboratorio» de un naturalista: mariposas de colores en un mostrador, hierbas, ramos de flores y hojas, raíces, insectos… Cada pequeño espacio tiene una luz especial, más blanca, más anaranjada, una atmósfera muy cálida, como una incubadora.
Miro detenidamente un árbol pequeño como un bonsai. El tronco parece centenario, pero tiene unas hojas verdes y pequeñas muy tiernas. Las ramas esta llenas de huevecitos muy pequeños blancos, amarillos y rosados. De ellos nacen continuamente larvas amarillas pequeñas, mariposas de los capullos de seda, crisálidas. Me sorprende la diversidad de vida diminuta, tan rica en colores y formas y todo en un orden tan meticuloso…Cada cosa esta en su lugar. Son pequeños ecosistemas.
Al fondo hay una salita donde está sentado el «otro», un chico joven alto, de cabello castaño. Está sentado, trabajando concentrado con las cosas que tiene encima de la mesa.
El chico ciego me dice, sentado en una silla en medio de la sala: » Esta es mi casa. Podría desear una casa con un comedor con mucho sol y luz, con sofas y muebles bonitos, una casa convencional. Pero mi casa es así. La luz del sol no entra en ella ( claro, pienso yo, eres ciego). Tengo lo suficiente con esto que ves aquí: estos mostradores y una mesa.» «La gente viene a mí, entra en la «tienda» para pedirme un remedio. Y yo puedo darles lo que necesitan. Solamente debo recogerlo de este árbol.» (Entonces se levanta el chico de la salita, y sin decir nada me enseña el arbolito pequeño.).
Continúa hablando:» Antes de que la gente sepa que se pondrá enferma y vengan a buscar el remedio, este árbol ya ha enfermado y el solo se regenera: quizás le falta un tipo de oruga que se alimente de las hojas que le crecen en exceso, o bien una larva que produzca una determinada sustancia… y él solo se cura y nos da el remedio. El remedio siempre está a punto cuando la gente lo viene a buscar. Sólo debo recogerlo del árbol.»
Descansa un momento de hablar. Ahora tiene una lagartija en la mano y de su barriga sale un cordón umbilical de plata.
Y explica: «Esta lagartija está unida a otro animal (no recuerdo cual) por este cordón de plata; y este nudo que ves (el punto de unión entre el cordón y la barriga del animal, el ombligo) es indestructible. Aunque vivan a Km. de distancia y tengan vidas distintas e independientes, permanecen siempre unidos por este cordón de plata. Aunque normalmente nosotros no lo podemos ver.»
Mientras le escucho miro los dos jovenes y comprendo su relación: El (el ciego) es el que SABE, tiene la sabiduría del viejo, y HABLA. El «otro», el que ve, es el que HACE y MUESTRA. Se complementan.
Calla. Yo me lo miro. Lo veo allí sentado en medio de la sala, tan joven y tan viejo a la vez y me invade una tristeza muy grande porque es ciego. Entonces le miro a los ojos, ciegos y sellados, y de repente los veo de otra manera: sus párpados cerrados son dos capullos de seda que envuelven unos ojos llenos de vida nueva en su interior. Siento que están a punto de abrirse transformados en mariposa. Siento una alegria muy grande por dentro. Me siento unida a este hombre, preñada de una visión nueva.»

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