La pareja neurótica

Ponencia presentada en la Conferencia 2016 ISPDI, celebrada en Malibú, California, EEUU.

Introducción

Este trabajo representa un intento de articular el modo dialéctico de interpretación a los fenómenos con los que, día a día, tengo que lidiar como terapeuta de parejas. Comenzó como una interés en considerar si los problemas de la pareja pueden explicarse mediante la neurosis de cada miembro y/o por factores psíquicos, como si sólo los síntomas de cada persona pudieran hacerlos inteligibles. Esto me llevó a preguntar si los  problemas de la pareja contemporánea pueden ser abordados desde la lógica interna del opus del alma y su particular articulación en nuestro tiempo presente.

La Terapia de Pareja convencional

«Lo que hace el amor como una fuente de incomodidad crónica, desorientación, e incluso la desesperación, argumento, puede ser adecuadamente explicada solamente por la sociología y mediante la comprensión de la base cultural e institucional de la modernidad.» E. Illouz [mi trad.]

Aunque estoy de acuerdo con la conclusión principal de Illouz sobre el papel de la modernidad en la desesperación y el malestar mencionados, yo diría que la psicología tiene algo aún más significativo que decir al respecto. Por lo general, en la corriente principal de la terapia de pareja hay dos enfoques psico-tecnológicos básicos. Uno viene de la postura más personalista y positivista, donde el conflicto entre los miembros de la pareja es visto como el conflicto que surge entre dos personas y sus cogniciones, las expectativas, deseos y patologías chocan. La relación, es concebida, como el resultado de dos entidades distintas que entran en contacto. Dos seres, que son fundamentalmente dos unidades separadas, con sus problemas individuales que en cuando entran en una relación se manifiestan en forma de discusiones, intercambio de críticas, culpa mutua, etc. La terapia tiene la misión de enseñar y/o ayudar a relacionarse mejor el uno al otro.

El otro enfoque, llamado sistémico, supone que los miembros de la pareja constituyen un sistema y las actitudes y comportamientos de cada uno de ellos están condicionados por la dinámica y las funciones actuadas en el sistema, siendo su principal fundamento epistemológico la causalidad circular. El foco de atención se desplaza desde el individuo a la dinámica intra-sistémica y el análisis se dirige hacia el flujo de comunicación que se da en el sistema. El enfoque es ver a la pareja disfuncional como un «sistema determinado por los problemas». En este prisma, asistimos a la primera aparición de una entidad, la pareja como un sistema vivo, pero enmarcado en una noción positivista de sistema que se ve obligado a actuar la idea de la relación entre dos entidades en exceso.

Desde el punto de vista del observador externo, los dos miembros de la pareja actúan como dos fuerzas psicológicas oponentes. Sus interacciones dinámicas y los conflictos resultantes se conciben como hechos reales, irracionales o disfuncionales. El terapeuta se centra en cómo se puede cambiar el sistema. Clásica es la obra de la escuela de terapia de Milán, y el desarrollo de las preguntas circulares como un método para cambiar el patrón de comunicación de la pareja.

Desde estos puntos de vista los conflictos están asociados con las diferencias de poder y violencia (Sagrestano, Heavey, y Christensen, 1999), las diferencias en el deseo de cercanía y independencia, la feminidad-masculinidad, los roles de género, y la división del trabajo (Eldridge y Christensen, 2002) , etc. Los objetivos del tratamiento son para intentar modificar los intercambios de comportamiento, patrones emocionales y de comunicación, cogniciones sesgadas y negativas, etc., y las técnicas terapéuticas están construidas para fomentar la formación de resolución de problemas, la intimidad emocional, el cambio de comportamiento y la compatibilidad psicológica.

Sin menospreciar los méritos de estas estrategias en relación con la ayuda eficaz que prestan para que las parejas mejoren sus relaciones, somos conscientes del reduccionismo personalista que surge de estos enfoques. En este artículo, quiero hacer un esfuerzo para analizar estos fenómenos más allá del nivel del pensamiento terapéutico convencional al de la consciencia psicológica tal y como se entiende desde la perspectiva de la psicología como disciplina de la interioridad (PDI). Considero que los síntomas que se manifiestan en estas parejas problemáticas ofrecen una lente privilegiada a través de la cual podemos analizar la estructura psico-lógica de la modernidad y de sus formas y contradictorios momentos.

El trabajo de Giegerich (2013), «La Neurosis. La lógica de una enfermedad metafísica» nos ha hecho conscientes del proceso dialéctico altamente complejo que manifiestan los síntomas de la neurosis individual. La interacción del alma consigo misma, el entronque entre la persona civil y la lógica del alma neurótica está muy bien descrita en la obra seminal de Giegerich. En mi práctica privada trabajo indistintamente con terapia individual y de pareja. Las ideas de Giegerich han ayudado a lidiar y tratar con los fenómenos que traen mis pacientes en busca de ayuda, en los que me enfrento a una relación patológica que ambos miembros de la pareja están sufriendo en forma de intensas interacciones conflictivas que condenan lentamente la relación a un final inevitable y traumático tras un proceso más o menos prolongado de deterioro. He tenido que asumir plenamente y seguir el proceso de pensamiento que surgió de la pregunta: ¿Son estas interacciones condicionadas / producidas por la lógica del alma neurótica o por la influencia de los factores meramente psíquicos y de cada miembro de la pareja?

La pareja como Noción

«No me refiero a las relaciones entre los mismos de otro modo separados, sino más bien, un proceso de coordinación que precede al propio concepto de sí mismo.» K. Gergen. [mi trad.]

El posicionamiento de este trabajo es que se pueden utilizar los principios de PDI y sus herramientas metodológicas cuando consideramos los problemas de la pareja de hoy como la materia prima, y ​​la pareja un concepto existente. En consecuencia, concibo la pareja no sólo como el encuentro de dos personas que desarrollan una relación, tampoco como una entidad, ni como un sistema, sino como una noción viviente, una forma lógica de la conciencia, una forma de auto-expresión del alma, un proceso lógico que implica y expresa a través de dos personas un movimiento dialéctico con sus propias complejidades internas. Los miembros de la pareja están constituidos por una relación lógica entre identidad y alteridad que presenta suma relevancia cuando buscamos la comprensión de sus relaciones psicológicas y los problemas que padecen cuando se presentan a la consulta terapéutica. Para percibir la relación lógica se requiere ver a través de los individuos en su literalidad, como el sociólogo Gergen nota que,

«… El uso de un lenguaje que inherentemente divide el mundo en entidades cerradas … yo siempre confío en los sustantivos y los pronombres, los cuales designan unidades identificables. La misma frase,» Confío en ti …. » ya me define como algo separado de ti. Del mismo modo, los verbos transitivos suelen dar a entender las relaciones causales, con la acción de una unidad que incide sobre otra … las convenciones del lenguaje resisten. Estas prácticamente insisten en que las entidades separadas existen antes de la relación». [mi trad.]

Gergen (2009: xxvi)

La experiencia de la pareja en la modernidad está ligada a la existencia de dos subjetividades que se comprometen mutuamente en una relación estrecha, duradera e íntima. Este compromiso está conformado bajo el álgida de dos conceptos muy diferentes: el individualismo y el amor romántico. En relación con el primer concepto, el individualismo, cada miembro de la pareja, como ego, vive de acuerdo a un estatus lógico como un individuo que sólo acepta como verdad lo que viene de su interior: «ser uno mismo, vivir su vida, aceptar sólo lo que suena como verdaderamente proveniente de su yo interior «(Taylor: 110). Esta conciencia parece tener una tendencia inevitable a «poseer» y a » usar» a otras personas en forma de una colusión. Asimismo, el ego individualista y  desarraigado de la modernidad  está constituido como un ser cuya realidad enraizada en la escisión sujeto/objeto,  solo se reconoce en el acto de elegir, es decir, elegir una pareja, y cuyo objetivo es tener sólo aquellas experiencias de pareja que están en sintonía con las propias expectativas.

La unión de dos personas basada en el sentido del propio ego significa, inevitablemente, una lógica de apropiación, tratar a la otra en mayor o menor medida como mercancía que uno puede poseer, un objeto para un sujeto. La interacción resultante está reñida con la otredad interna, el otro sólo es experimentado meramente como un otro externo, un objeto, y nunca alcanza a relacionarse con la propia otredad interna. Esta situación responde a la lógica de tener una pareja frente a ser una pareja. Cada miembro de la pareja, tiene profundamente arraigada la idea de la individualidad, quiere vivir una experiencia de relación pero  a la vez también quiere mantener una esfera personal que no es negociable y da como resultado un tipo de unión que sólo puede existir en un espacio de colusión (mis necesidades , mis deseos, frente a los suyos). Como Gergen dice:

«Nos reconocemos el uno al otro como fundamentalmente embarcados en viajes separados. En este caso, la unión requiere que aceptemos limitaciones «no naturales» en la autonomía individual. La elección de «seguir mi propio camino» rara vez se cuestiona. Sin embargo, es posible preguntarse por qué un amigo eligió para casarse o unirse a una religión y al responder a estas preguntas la respuesta es por lo general en términos de algún individuo necesidad, el deseo, o la insuficiencia. Uno desea hijos, quiere seguridad, tiene que establecerse, y así sucesivamente. O escoge, por razones instrumentales y se casa por lo que dará a luz a mis hijos;. que va a ser un buen sostén de la familia, ella me hará feliz; me dará apoyo». [mi trad.]

Gergen, (2009: 176-7)

En relación con el segundo concepto, el amor romántico, vivimos una relación de pareja anclada en una vivencia neurótica de la dimensión del Absoluto estructurada en una forma de alteridad que sólo contempla la literalidad de lo empírico. Para dilucidar la contradicción que se deriva de esto, es necesario tener en cuenta el proceso histórico que la noción ha padecido, cuyo análisis voy a desarrollar en la siguiente sección.

Historicidad de la noción de Pareja

«El Espíritu ha roto con el mundo que ha habitado y imaginado hasta ahora, y es de la mente sumergirlo en el pasado, y en el trabajo de su propia transformación …. La frivolidad y el aburrimiento, que perturba el orden establecido, el vago presentimiento de algo desconocido, estos son los heraldos del cambio que se avecina«. G. W. Hegel. [ mi trad.]

La pareja tiene un alma o mejor dicho, es una forma del alma y como tal está esencialmente relacionada con la historia. Con el fin de pensar y entender los problemas de las parejas de nuestro tiempo, es necesario revisar los cambios históricos que su noción ha experimentado. En breve voy a reflexionar sobre los últimos cambios, los que Giegerich ha pensado como resultado de la gran revolución en la conciencia acaecida con el advenimiento de la modernidad.

De acuerdo con el autor en la experiencia pre-moderna,

«la relación esencial predominante de las personas (individuos) durante esos años fue, en lugar de entre uno y otro, la relación con la» sustancia metafísica» o «religiosa», a la verdad de toda la cultura o pueblo de los cuales eran miembros».

Giegerich (2012:174)

Pero la modernidad cambió drásticamente el estado de alma. El nacimiento del hombre que supera el estadio de la adentridad y la aparición de la escisión sujeto/objeto como el horizonte epistemológico del positivismo constituyen la base de una subjetividad anclada en el individualismo con la expresión psicológica de la centralidad del yo en la experiencia humana y las ideas asociadas de la libertad, la voluntad, la auto-reflexividad, y la «vida interior» personal. Asimismo, a finales del siglo XVIII, comienza a observarse en Europa el ideal del amor romántico, el cual implica en su definición, las ideas de libertad y auto-realización de los amantes. Estas ideas son los bloques de construcción de la noción moderna de la subjetividad que indisolublemente se relaciona con la idea de elección (el sello cultural de la definición de la modernidad, y de acuerdo con Illouz, la autenticidad emocional, la racionalidad y la autonomía. En su palabras:

«Una de las formas más fructíferas para comprender la transformación del amor en la modernidad es a través de la categoría elegida. Esto no es sólo debido al amor es señalar a una persona entre otras posibilidades y por lo tanto para constituir la propia individualidad en el mismo acto de la elección un objeto de amor, sino también porque amar a alguien es ser confrontado con preguntas de elección: «es ella / él la correcta?», «¿cómo sé que esta persona es el adecuado para mí?», «¿no habrá una mejor persona en el camino? «. [mi trad.]

Illouz (2012: 19)

El amor romántico también presupone una exigencia de auto-cuestionamiento: «¿Cómo me siento acerca del otro?», «¿Cómo se siente mi pareja respecto a mí?», «¿Son nuestros sentimientos lo suficiente profundos para mantener un compromiso a largo plazo?». Por otra parte, los sociólogos afirman que «… lo que es propiamente moderno en el sufrimiento de la pareja es la inmensa importancia del amor para la constitución de un sentido social de valor. La lógica de la autenticidad emocional exige a cada miembro una alta capacidad de auto escrutinio: «¿realmente me gusta él/ella, o es sólo lujuria? «,»¿qué tan profundo, intenso y real es mi amor?»,»¿es este amor sano o narcisista?», «¿realmente quiero a mi pareja o es sólo dependencia?».

El amor romántico fue adoptado y experimentado por la modernidad temprana como una fuente de transcendencia existencial, como un poder que puede trascender la vida diaria, pero al mismo tiempo, el individualismo se perfilaba como una idea todopoderosa que impregnaba la experiencia de la vida entera. Esta perspectiva ambivalente de la modernidad está en el corazón de los «conflictos» que como una fenómeno epidémico  destruye los cimientos de la pareja de nuestra época. En los términos de Illouz:

«la individualización de los estilos de vida y la intensificación de los proyectos de vida emocional genera una (y es el resultado de a) una profunda división en la conciencia.» [mi trad.]

Illouz (2012: 9)

La inflación de la noción de pareja vivida en la modernidad temprana a través de la idea del amor romántico es el resultado de la escisión que Giegerich ha conceptualizado como la condición a través de la cual la vida lógica del alma se articula en la modernidad. Por un lado, según el autor, tenemos que

«el proyecto del alma moderna de establecerse -en su forma actual como, subjetividad solitaria privada e individual personalísticamente concebida -como  foco principal y objetivo,  como el nuevo campo de batalla donde la se da la acción esencial «.

Giegerich (2013:322)

El hombre moderno emerge de su contención en el alma como un individuo autónomo, un ego, que ha perdido la adentridad con su dimensión lógicamente asociada a la verticalidad, al Absoluto, en la religión o en la metafísica. Esta pérdida y su impacto pueden rastrearse en el emerger del amor romántico y la transformación del otro en el «Otro», Giegerich lo dice de la siguiente manera

«En una era carente de verdad la ‘relación personal ‘… tuvo que devenir tan importante, tan cargada: la esfera de lo personal fue el único y último ‘sustituto-de-la-verdad «. [mi trad.]

Giegerich (2012: 175)

Este proceso histórico se experimenta fenomenológicamente en el modelo de amor romántico como un tipo de relación de pareja que descarga la presión del Absoluto a miembros de la pareja. La Pareja se convierte en sí misma en Absoluta en el sentido de que sus miembros están condicionados por la expectativa de conferirle la dignidad e incondicionalidad del Absoluto que en épocas anteriores se experimentó a través de la religión o metafísica. Giegerich afirma que

«la neurosis comprendida como un proyecto significa que el alma quiere algo, quiere establecer» El Absoluto «como una verdad poderosa inquebrantable … Quiere este principio para llegar a ser real en la vida vivida: una realidad presente, una verdad necesaria y obligada, un hecho … «Los miembros de la pareja están rodeados en una atmósfera de deber que deviene fácilmente insoportable,» La insoportable y exagerada relación Yo/Tú».

Giegerich (2012: 165)

Cada miembro tiene que soportar el peso de un ideal que existe inherentemente en el Absoluto. La relación del yo con este ideal o Absoluto es una auto-relación, encapsulada en la opacidad y cercanía del otro real. En este sentido, se podría argumentar que la dependencia patológica es la experiencia de la relación con un Otro absoluto, sin la cual no puede existir la persona. Es por eso que muchas parejas se rompen muy fácilmente, o se quedan juntos a pesar de un profundo sufrimiento, aún más, parece que sus peleas, averías y agitaciones son experimentados con la devoción más intensa. Estas son las parejas neuróticas.

La pareja neurótica

«Tan lamentable como la exagerada relación Yo-Tú pueda ser, la fundamental carencia-de -alma del hombre y de la irreductible alteridad del otro, junto con la sensación de fácil aparición de la victimización y la indignación son irrevocablemente nuestra situación moderna, nuestra situación, nuestra verdad.» W. Giegerich. [mi trad.]

Estamos ante una tendencia de gran alcance que lleva a muchas personas de la fantasía romántica a la decepción. Un viejo amigo mío solía decir irónicamente que, «en realidad no importa con quién te casas, porque primero ella es la princesa, más tarde se convierte en la madre y ella siempre termina como la bruja y análogamente, desde Principe a Padre para finalmente terminar como Barba azul «. En palabras de Firestone:

«Para cada experiencia exitosa de amor contemporánea, por cada periodo corto de enriquecimiento, hay diez experiencias amorosas destructivas, depresiones relacionadas con la relación personal» de más duración que a menudo resultan en la destrucción del individuo, o al menos derivan en un cinismo emocional que hace difícil o imposible nunca más a amar de nuevo. ¿por qué esto es así, si no es en realidad inherente al propio proceso de amor? » [mi trad.]

Firestone (1970: 129)

Al postular que el problema reside (es inherente) al propio proceso del amor, el autor está señalando la necesidad de ir más allá de la visión positivista con su enfoque personalista y empírico. Con el fin de ir más allá, tenemos que considerar que estos conflictos a pesar de estar aparentemente causados por circunstancias externas a la pareja o por las actitudes o el comportamiento de cada miembro, constituyen un opus, con una estructura compleja (vida lógica). De acuerdo con la óptica de PDI debemos decir que lo que es inherente es la lógica contradictoria que impregna la experiencia moderna, tan bien establecida por Giegerich,

«Coniunctio:. La unión de la unidad y la separación en lo que se refiere al matrimonio, la costumbre secuencia en nuestro tiempo es: primer matrimonio, entonces el divorcio pero psicológicamente una verdadera relación debe ser desde el principio de la unidad lógica de ambos. Un matrimonio debe basarse en un divorcio (lógico) «

Giegerich (2013: 418)

Este divorcio lógico implica, en mi opinión, a la realización de la alteridad en sí mismo, que en sí mismo implica una conciencia que es capaz de relacionarse con su propio otro como una relación interna.

La noción dialéctica de la pareja, por definición, parte de la idea de que los dos miembros constituyen y son constituidos por la unidad en la que existen, siendo esta unidad la expresión de la lógica de la unidad de la unidad y la diferencia. En la experiencia de la pareja neurótica, este tipo de unidad dialéctica no puede realizarse porque la pareja está atrapada en la fijeza de los dos elementos antes mencionados que resumo aquí:

    1. El salto horizontal propio la posición de sujeto /objeto del ego que equivale a una forma de otredad que no está abierta a experimentar una sublación que posibilite la relación consigo mismo y por ello no puede someterse al proceso de negación de la negación.

    2. La absolutización vertical del otro empírico donde ella/él debe soportar el peso del ideal que existe lógicamente en el Absoluto. La relación del yo con este ideal es una relación consigo mismo, encapsulado en la opacidad de esta forma de otredad.

Los fenómenos que centran mi atención analítica derivan del hecho de que las contradicciones que se pueden observar en la dinámica de un síntoma individual, adquieren a menudo, en el caso de la relación de pareja neurótica, la forma de conflictos entre las respectivas las posiciones de cada miembro de la pareja, en las que dos momentos lógicamente contradictorios se encapsulan y congelan en posiciones conflictivas empíricas que fijan las actitudes y el comportamiento de cada miembro. El conflicto dentro de la pareja, siempre comienza como el choque de dos posiciones independientes, pero lógicamente esto equivale a la labor sistemática de la negación, donde los socios están obligados una y otra vez a experimentar la negación de su posición como una amenaza insoportable. Cada vez que el «conflicto» emerge un «ritual» de negación se actúa de manera compulsiva. La pareja independientemente del tema en controversia se encierra en un recipiente hermético, donde la putrefacción de las respectivas posiciones congeladas se disuelve a costa de un inmenso sufrimiento. Finalmente, esta descomposición actúa como un disolvente de la relación de pareja en sí. En este estado de cosas, cada miembro niega la posición del otro en un escenario donde cada interacción:

      1. Está dirigida al comportamiento o la actitud de cada uno, la está contenida en el reino de la positividad, por lo tanto, la negación no dialéctica empieza y termina como auto-afirmación del ego. El ego se basa principalmente en la resistencia y  busca la seguridad de continuar existiendo como es. Ego, por lo tanto, está en sintonía con la lógica de control, el control como el que existe a través del cultivo de una unidad monolítica.
       2. Cada participante experimenta la posición del otro como siendo absoluta, en la que

«… el sentirse rechazados, tiene el efecto de una aniquilación metafísica, no simplemente de una herida empírica. La necesidad inherente a una compulsión neurótica tiene el carácter de indispensabilidad metafísica, no de inevitabilidad práctica » [mi trad.].

(Giegerich, 2013: 36)

En cada conflicto hay dos elementos, el primero radica en una diferencia de opinión, de intereses, propuestas de soluciones a un problema, etc. que actúa como un disparador semántico. El segundo elemento es el escenario en el que la representación del conflicto se lleva a cabo, que independientemente de sus los diversos temas, y su importancia o significado, esta relacionado con la presencia lógica del Absoluto, encarnado en la forma de hacer frente al conflicto. En este escenario lógico, la actitud de la otra parte, o comportamiento, o sus motivaciones se convierte en una forma de oposición absoluta. Ambos miembros, más allá del nivel semántico de la controversia se sumergen en un patrón de negación mutua que crea fatiga, cansancio o aumento intolerable del estrés emocional. Esto se conoce como la escalada simétrica, un proceso de negación que como apuntamos más arriba, no se permite a sí mismo una sublación. En estos conflictos, observamos una gran diversidad semántica de contenido y, al mismo tiempo, una sola forma neurótica que expresa una identidad sintáctica. La puesta en escena que se presenta y re-presenta consiste en la intención «inconsciente» de la pareja de representar e interpretar siempre la misma posición lógica. La pareja transforma estas contradicciones en una especie de «folie a deûx«, en un escenario, que expresa las contradicciones psicológicas en el que está inmersa el alma de la época.

Desde la lógica de control a la lógica del amor y de la verdad

«Dado que la ansiedad es existencial, no puede ser eliminada. Pero el coraje integra la ansiedad de no-ser en sí mismo. El coraje es auto-afirmación» a pesar de no-ser. El que actúa con valentía,, en su auto-afirmación, toma a cargo en sí mismo la ansiedad de no-ser. … La ansiedad nos hace girar hacia el coraje, porque la otra alternativa es la desesperación. el coraje se resiste a la desesperación mediante la asunción de la ansiedad en sí mismo. » I. Tillich. [mi trad.]

A modo de ilustración, quiero explorar este enfoque reflexionando sobre la dialéctica de las tensiones y conflictos que se producen en el conocido patrón de interacción neurótica exigente-evitativo en muchas parejas. Usualmente se acepta en varias teorías terapéuticas, que en este patrón un miembro de la pareja presenta una hiper-sensibilidad a evitar la confrontación y el otro una hiper-sensibilidad que se expresa con exigencias que enfrentan las actitudes y comportamiento evasivo de la pareja evitativa. El miembro exigente actúa con una necesidad compulsiva de sentirse amado a través de la insistencia en la responsabilidad, el otro actúa compulsivamente su necesidad de ser respetado y aceptado a través de su insistencia en la libertad y la privacidad. En ambos miembros las ansiedades neuróticas de separación y fusión están en obra.

El resultado de ello es un proceso de escalada simétrica que genera un círculo vicioso en el que la pareja cae y permanece atrapada en sentimientos de frustración, ira, resentimiento, y sus polos opuestos, desconexión, pérdida de intimidad, aislamiento emocional, etc. Otros veces, la polaridad de los roles de exigencia/evitación  se alterna entre los miembros en función de cual es el tema de discusión. En algunas áreas de la vida común de la pareja, un miembro se posiciona en el papel exigente y en otras áreas viceversa. Las parejas tratan desesperadamente de encontrar una solución a sus diferencias conflictivas, sin darse cuenta de que es precisamente  la estructura lógica de la intención egoica de hacer esfuerzos en resolver los problemas lo que realmente les hace perseverar cuando no empeorar. Todo ello se traduce en que ambos esgrimen una una estrategia que trata de controlar al otro, para «ganar la batalla», defendiendo tenazmente una idea, un interés y/o una necesidad como una posición absoluta en frente y en contra de la otra. Las luchas de poder devienen una experiencia cotidiana y cada aspecto de la vida de la pareja o de la interacción puede actuar como un disparador para ello. Del amor a la guerra, es el título de un capítulo en el libro de Jacobson y Christensen (1996) que describe metafóricamente el destino de este tipo de relación de pareja.

La oposición no-dialéctica entre las interacciones exigentes/evitativas está gobernada por un patrón de  auto-afirmación versus auto-reserva, una forma fija neurótica de resolver un conflicto que, a pesar de las apariencias, no tiene nada que ver con lo empírico, con los contenidos o temas de controversia, y tiene mucho que ver con la forma lógica de la estructura del ego y el estadio lógico de la horizontalidad del Absoluto que impregna la forma de la otredad en la época actual. Al evitar o exigir, el ego de cada pareja está obstinadamente tratando de estar en control de la situación y/o de la otra pareja. Esta oposición es, dialécticamente considerada, una identidad indiferenciada, porque más allá de los puntos de vista opuestos, actitudes y estrategias distintas, ambos comparten una posición común. y para deshacerse de ésta, como Giegerich propone, «en lugar de buscar la solución de futuro, tenemos que pasar por debajo, para hacer explícitos los presupuestos … para ir hacia atrás y abajo a la tierra más profunda que había estado allí todo el tiempo y tenía simplemente no se veía» [mi trad.] . En nuestro caso, tenemos que ayudar a cada miembro de la pareja a «pensar hasta el final» la noción de control a través de un movimiento dialéctico, un proceso de interiorización absoluto-negativa de las maniobras de control, lo que equivale a tomar conciencia de la noción de control en sí mismo. En otras palabras, la noción de control se ha de aplicar a sí misma de forma recursiva revelando los criterios no controlados sobre los que se edifica. Esta comprensión puede mostrar una salida a la pareja neurótica. El criterio (ideas, creencias, etc.) que determina y condiciona el juicio de lo que se va a controlar (entre la inmensa variedad de factores siempre en alguna situación) implica que siempre hay una selección de algunos de los aspectos a controlar, dejando los otros descartados automáticamente sin más o menos profunda consideración. Por definición, el control siempre termina atascado en la misma situación de no permitir que el verdadero cambio se produzca. Establece y obliga a la situación o interacción a estancarse en un horizonte de igualdad donde los cambios son excluidos y/o sistemáticamente negados. Efectivamente, como Hillman (2012: 106) dice: «la idea de control controla los controladores, no tenemos el control o el poder de controlar». A pesar de la intensidad del conflicto y de las emociones que suscita, hay en la escena un frío inadvertido que impregna implícitamente las interacciones. Es la frialdad del alma, la fría lógica de nuestra-ser-en-el-mundo en la modernidad.

Si seguimos la dialéctica de la noción descubrimos que la negación del control es precisamente la realización de la noción de control, ya que cuando se acepta y en consecuencia se reflexiona sobre el descontrol bajo el cual se asume una posición de control en una situación determinada, el control tiene que abrirse y ser penetrado por su opuesto dialéctico: el descontrol, el caos. Este caos, cuando se le permite ser reconocido se supera a sí en una forma de control que no sólo no rechaza el caos, pero lo asume como la necesidad misma de su verdad, la obtención de un «control real sin control». La sistemática de auto-aplicación del control de sí mismo equivale a un control que es igual a la verdad de la situación. En otras palabras, no hay nada para controlar porque todo está controlado por su verdad inherente. En este proceso, usualmente el ego se siente amenazado porque para el moderno ego neurótico no hay un claro en el que abrirse a una relación dialéctica con la alteridad.

La negación de la negación es el momento del proceso dialéctico que podría tratarse como el momento de amor y verdad. En este caso no se entiende la idea del amor como emoción, sentimiento o sensación, estoy señalando a un concepto más lógico del amor, la unión superada resultante de la transformación del conflicto y fija momentos de la afirmación y la negación inmediata opuesta. El amor como el tipo de unión que se deriva de la relación dialéctica entre la unión y la separación. En la terapia de esto equivale a la exposición auto de la pareja a los diferentes momentos de la verdad que revela el conflicto. La verdad es considerada aquí como el  logos eôn (el logos predominante existente) que quiere devenir verdadero (dado a conocer, des-ocultado), con el fin de convertirse en el primer lugar lo que implícitamente ha sido todo el tiempo: alêtheia. (Giegerich, 2012:188). Esta es la idea básica que informa al esfuerzo terapéutico:  ayudar a la pareja a tomar conciencia de la lógica que está presente en la interacción, lo que ayuda a alcanzar el nivel de consciencia de la consciencia.

Hay dos dimensiones de la lógica del amor interpersonal que presto atención a aquí, el amor como unio (entrega) y separatio (dejar ser). El amor como unio es aquella posición que se abre y trasciende los límites de las preocupaciones e intereses  egoicos a favor de un otro. En este sentido el amor se relaciona fenomenológicamente con el sacrificio, la entrega, la cual se convierte en la experiencia de la unión. En el siglo pasado, Martin Buber utiliza para distinguir entre dos modos de consciencia (estados fenomenológicos), en términos de la relación de uno a otro. En el modo más común (Yo-ello), el otro es un objeto, fundamentalmente separado de uno mismo. Sin embargo, en su opinión, la relación Yo-Tú exige que el otro se encuentra sin límites. En este sentido el autor habló de una unidad de mutuamente absorbente, donde la distinción conceptual entre personas desaparece.

En cuanto a separatio menciono una relato de creación de la tradición judía que expresa bien esta dimensión del amor, es una historia sagrada que pertenecen a la Cabala, su nombre Tzimtzum se refiere al proceso conocido como «la primera constricción» o «tzimtzum harishon»  por la cual la Trinidad contrae su esencia, por así decirlo, al retirarse «de Sí mismo en sí mismo», abandonando un espacio con el fin de crear una región de «vacío».

«En el principio era sólo Dios … y nada más. Dios era una Divina Presencia / Luz que todo lo abarca llama la Luz del Infinito. Puesto que nada más que Dios existía antes de la creación, cuando Dios decidió crear algo de su Ein (es decir, , «nada»), Dios necesitaba «hacer un espacio» o «dar espacio» para lo que no era Dios (es decir, la otredad). Dios, por tanto, «se despojó a sí mismo» mediante la contratación de su luz infinita para crear un espacio conceptual para la creación del universo … «

Esta auto-impuesta «contracción» de la Luz Infinita es una imagen del Dios «que permite» proveer el espacio para lo otro exista y lo hace por su amor a la creación. El amor aquí significa dejar espacio para el otro sea y exista como un otro.

Ciñéndonos a la fenomenología de la interacción neurótica que estamos analizando vemos que uno de los miembros se vincula al concepto de «amor» como unio (el exigente), mientras que el otro, lo hace al concepto de «amor» como separatio  (retirar o evitar). Ambos conceptos quedan atrapados en un lado de la contradictoria realidad de la unión de la unión y la separación. El auto-despliegue de cada posición conduce a la realización de la posición de la pareja en una interiorizada/exteriorizada relación consigo mismo donde la única manera de vivir y expresar la unión es a través de la separación y la única manera de sentirse libre y respetado es a través de la rendición dialéctica de aquellas estrategias evitativas.

Ser pareja en lugar de tener una pareja, la superación del yo y usted en el nosotros, un término que cuando se la considera como una noción psicológica sólo ancla en la realidad positiva y empírica como un ser relacional (Gergen, 2009), un término ontológico que apunta a la de´substanciación de sí mismo hacia una pura relación y movimiento que exxpresa la verdad dela relación.

Amor y verdad en vez de control y poder, una relación de amor liberado [absuelto] de una unión que se opone a la separación y de la presencia de un Absoluto liberado de su encarnación a través del otro empírico y transformado en la forma lógica de compromiso con la verdad.

La obsolescencia de la pareja en la modernidad medial

«En una relación de dos personas que elige su propia definición de auto-evolución más que la elección de una definición estática impuesta desde el exterior, existe al menos la posibilidad de que el respeto por la historia natural de una relación plenamente vivida.» D. Cooper [mi trad.]

Siguiendo el concepto de neurosis que Giegerich propone que

«la neurosis y los problemas psicológicos se dan debido exclusivamente a la mala adaptación del alma a sí misma, específicamente a la discrepancia (disociación) entre su comprensión de sí misma, auto-interpretación, estilización de sí, su actitud mental, por un lado y la constitución lógica o el estado en el que en realidad está, por otro lado …. » [mi trad.],

Giegerich (2010: 413)

vemos que al igual que en los síntomas de la neurosis individual, las interacciones de la pareja neurótica se muestran a sí mismos como una contradicción viviente entre la definición de pareja en base al concepto de amor romántico y el estatus real en el que el alma en el que sus miembros como individuos viven en el locus de la modernidad. Un estatus en el que prevalece la obsolescencia de la individualidad, la disolución de la conciencia del ego en la virtualidad de la red de multi-identidades conectadas. Con la construcción de la relación en base al ideal del amor romántico en la modernidad temprana, en la que el otro adquiere una dimensión numinosa, el alma por un lado rechazó su propio proceso de de-susbtanciación que transforma al individuo devenga lógicamente obsoleto.

Los cambios recientes que se han producido en la fase de la modernidad medial explicitan el imparable proceso que amenaza la desaparición de la pareja neurótica, en parte debido a la sublación permanente que experimenta la lógica de las relaciones interpersonales. Hoy en día la pareja está evolucionando para existir en el estado de ausencia de substancia y virtualidad, en un horizonte de lógica que implica la superación del Yo-Tú concreto, empírico. Pronto, cuando el niño deje la casa de los padres tal vez no vaya a encontrar a una persona literal en la que anclar, más bien hallará una red de relaciones virtuales cuya fluidez y mutabilidad expresará la estructura de la consciencia de Acuario.

En nuestros tiempos líquidos que manifiestan el carácter lógico prevaleciente de la post-modernidad ( su haber ingresado en el estatus de negatividad lógica) es bien conocida la facilidad con que las parejas se rompen como consecuencia de los conflictos más insignificantes. Las relaciones cercanas son muy frágiles. El aumento de las tasas de divorcio, el fenómeno de la LAT (vivir separadamente juntos), y la disminución de las tasas de matrimonios son síntomas de la fobia al compromiso. De hecho, en nuestro mundo medial, el porcentaje de la población que elige vivir solo se está convirtiendo en la mayoría. Las relaciones comprometidas son reemplazadas por una red de contactos extendida y superficial. Como explica Stepp:


 
«Los jóvenes han abandonado prácticamente las citas y lo reemplazan con grupos de encuentros y comportamientos sexuales que se desestienden del amor y el compromiso – y, a veces incluso del deseo. Las relaciones han sido sustituidas por los encuentros sexuales casuales conocidos como enganches amorosos. El amor […] se pone en suspenso o es visto como imposible, el sexo se está convirtiendo en la principal moneda de la interacción social » [mi trad.].

(citado en Illouz, 2012: 105)

En efecto, nos encontramos en una situación histórica donde las promesas se han convertido en una carga para el sujeto.

«Mientras que mantener las promesas se ven como un hipotecar el futuro en el presente y el presente en el futuro, ahora el futuro es abierto y radicalmente irrenunciable. No se puede dar a otra persona.» [mi trad.].

(Illouz, 2012: 100)

¿En qué medida esta imposibilidad de la promesa se relaciona con la obsolescencia lógica del individuo? Si seguimos la tendencia sociológica, no es imposible pensar como dije arriba, que, en un futuro más o menos cercano, el proceso puede evolucionar hacia la desaparición de este tipo de relación, por haber quedado obsoletos. La ambivalencia moderna toma una serie de formas: no saber lo que se siente por otra persona ( «¿Es verdadero amor esto?», «¿Realmente quiero pasar mi vida con él/ella? ‘); que deriva en emociones en conflicto (el deseo de explorar nuevas relaciones mientras se continúa en la relación actual); un hábito de decir algo, pero no sentir las emociones que deben acompañar a las palabras («Me encanta estar contigo, pero no puedo compromete por completo ‘). (Illouz, 2012: 97) [mi trad.].

Sabemos que la psicopatología es a menudo la primera inmediatez de una nueva etapa de desarrollo (19), por lo tanto, se puede considerar que la relación de pareja, en el nuevo estado emergente de conciencia que implica una conciencia consciente de sí misma, a través de su neurosis está siendo transformando en el sentido de una superación del Yo-Ello y de la escisión sujeto/objeto en un proceso que Giegerich ve

«como la propia obra del alma, su actuación sobre sí misma, su seguir sus propias necesidades» [mi trad.],

Giegerich (2012: 286)

tenemos que concluir que los conflictos que la pareja está sufriendo en la modernidad apuntan a una adaptación al nuevo locus histórico, quizás a través de una nueva forma de alteridad y/o de la relación Yo/Tú que equivale a la noción relacional que Heidegger de tiene del conocimiento como las dos orillas de un río que se crean cuando el río se mueve.

La pareja que lucha por liberarse de las compulsiones del alma neuróticas a través del proceso alquímico que disuelve o transforma la conciencia del ego, puede llegar a devenir una pareja real que es lo suficientemente disciplinada para no caer en un falso compromiso que viola el respeto a la unión (entrega) y a la separación (distancia) que cada uno debe tener para el otro. Esta pareja tiene que encarnar la experiencia predominante de la irrelevantificación del individuo y, al mismo tiempo, debe experimentar este proceso histórico hasta sus últimas consecuencias lógicas. El proceso del alma actual, junto con sus determinaciones parece empujar la relación de pareja a experimentar y exponerse a  expuestos totalmente a una nueva forma o estatus, donde la experiencia de la unión tanto como la de la de separación apuntan a la necesidad de vivir en una contingencia radical, donde la fluidez y la temporalidad son sus señas de identidad fenomenológicas y constituyen los factores clave que permiten construir un ser relacional que se basa en la lógica del amor.

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Notas

  1. Illouz E. (2012: 12).
  2. Para Giegerich eso es lo que pertenece a la «conducta motivada claramente por las emociones subjetivas, miedos, deseos e informado por la mentalidad subjetivas y rasgos de personalidad psíquica» (2012: 109).
  3. De acuerdo con Gergen (2009: 376) «El pensamiento sistémico comienza cuando uno se da cuenta de que todos los efectos también son causa de otros efectos. Por lo tanto, las precipitaciones pueden afectar a la vegetación, y el crecimiento de las plantas pueden afectar la vida silvestre, que a su vez puede afectar el consumo de la vegetación. La atención se desplaza desde una sola causa / efecto de las relaciones de los patrones más grandes de secuencias relacionadas entre sí. Analista de sistemas, Anatol Rapaport, describe un sistema como «un todo que funciona como un todo, en virtud de la interdependencia de sus partes.»
  4. La idea aquí es que un problema crea un sistema social y no al revés, el sistema social «tiene» un problema. Ver Ludewig, K. (1990)
  5. Gergen K. (2012: xv).
  6. «El argumento de Motzkin es que el proceso de secularización de la cultura consistía, entre otras cosas, en la secularización de amor religioso. Tal secularización tomó dos formas diferentes: Hizo el amor profano en un sentimiento sagrado (más tarde se celebra como el amor romántico), y se hizo amor romántico en una emoción opuesta a las restricciones impuestas por la religión «. Citado en Illouz (2012: 11).
  7. «La modernidad se caracteriza por el hecho de que toda la dimensión del» cielo «se ha salido de nuestro esquema completo, por lo que el cumplimiento absoluto se trató como un hecho positivo (» experiencia inmediata «) Giegerich (2012: 178)..
  8. Herbert Simon llama a un cambio de satisfacer a maximizar. Satisfactores son las personas que están dispuestas a conformarse con la primera opción disponible, «lo suficientemente bueno»; maximizadores buscan la mejor opción posible. (Illouz, 2012: 95).
  9. En las palabras de Giegerich, «[conflictos] tienen sus propias dialéctica interna y puede desarrollarse de manera dialéctica, sino que también pueden ser la expresión de una cierta etapa de la dialéctica del desarrollo político, social y personal.» Giegerich, W .; Miller, D. L .; Mogenson, G. (2005: 1)
  10. De acuerdo con Giegerich «Un conflicto existente es una indicación de que uno es, precisamente, inconsciente de la dialéctica e incapaz de pensar dialécticamente y por lo tanto tiene que actuar la dialéctica a ciegas, literalizando (concretar) de ella.» Giegerich, W .; Miller, D. L .; Mogenson, G. (2005) p. 2
  11. Ibid. pag. 5
  12. Al reflexionar sobre las contradicciones experimentaron como un conflicto para que sean conscientes de la parte inferior de la que tanto se destacan, como Giegerich (2005: 5) dice: «… el proceso de profundización de pensamiento descubre y revela los opuestos que habían sido unidos a lo largo de un terreno común «.
  13. Citado en: Gergen (2009: xxiii)
  14. debo el conocimiento de esta historia a mi mentor, amigo y colega Enrique Eskenazi.
  15. Visto en: «http://www.hebrew4christians.com/Articles/kabbalah/Creation/creation.html» Fecha de entrada ene 8 de 2016.
  16. «La unidad es la última aislada, atómica, individuales y unidades más grandes, por ejemplo, un pueblo, una sociedad, son acumulaciones de estos individuos …» Giegerich, 2013: 84).
  17. Véase Zygmunt Bauman, (2013).
  18. «Desde un punto de vista cultural, hay dos maneras de experimentar la fobia compromiso: como hedonista, en la que el compromiso es diferida mediante la participación en una acumulación placentera de las relaciones, y como aboulic, en la que es la capacidad de querer comprometerse es decir : la capacidad para querer relaciones  es otra manera de describir esta división es que una categoría se incluyen una serie de relaciones y una incapacidad para fijarse en uno de los socios; 93 y la otra es una categoría de aquellos que no pueden desear una relación … la dificultad para establecerse en un objeto se debe a la abundancia de opciones y con el sentido permanente de posibilidades «Illouz (2012: 78).

Referencias

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