Abismo

Sentado en la plaza

Esperando la nada

Mis ojos enfocan

El árbol de enfrente

Maestro del silencio

Inerte, solitario y suficiente

Mañana no será más un día más

Piernas que sostienen

El cuerpo, mi cuerpo

Que sé que va a morir

Encuentros sin diálogo

Ritmos que se repiten

Sonrisas que afirman

El vacío que las rodea

Frases de polvo y ruido

Juegos hipnóticos que apresan

La alegría de ser

Del niño insolente sin quererlo

transmutada en codicia de vivir

Que acabará matando la tierra

No vienen ya las dudas

Todos las desprecian

Sabemos todo de todo

O eso creemos

Un escozor inocuo avanza sin cesar

El día sacude a los minutos

Incasables y fugaces

Avanzan a una vejez

Seca y aturdida, inmóvil

Dedos móviles que marcan

Ansiosos el número móvil

Esperas impacientes

Búsquedas encubiertas

Él mira ensimismado su rostro maquínico

Reflejo del lugar sombrío

Una danza sin acordes, ritmo ni compases

El lazo que nos ata al gran amo

Enfrente un destino incierto 

cuyo norte es la nada

cuya herencia el silencio 

como reto percibir el instante vacío 

repleto de cadáveres de expectativas

y vislumbres del más allá. 

Cada día se representa el sueño 

hecho de rutina, canción y olvido.

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