Una película de Xavier Beauvois.
Guión: Etienne Comar
Gran Premio del Jurado Cannes 2010
Basada en un hecho histórico, la tragedia de Tibhrine, la desaparición y supuesto asesinato, en manos de terroristas islámicos, de unos monjes cistercienses en la convulsa Algeria de los 90. Este drama intenso cuyo tema es el conflicto de religiones, sufrido por unos cristianos en “tierra musulmana”, les conduce a un trágico destino cuyo motor es, por un lado, el fundamentalismo religioso y homicida de algunos y, por otro, el conflicto entre cumplimiento del deber y el instinto de supervivencia.
Una pequeña comunidad de monjes, dedicados en su cotidianidad a auxiliar a los habitantes de un pequeño pueblo perdido en las montañas del Magreb tanto como a sus oraciones y vivencias religiosas, un ritmo de vida apacible y humilde basado en la antigua tradición monacal de rezos y silencios de pronto se ve envuelto en la espiral de violencia que crece imparable en aquella zona del mundo. Es admirable la carga de humanidad que unos actores deslumbrantes y un guión absorbente consiguen volcar en el agudo conflicto entre la llamada de la vocación que parece conducirles a la muerte y la llamada de la vida que les pide alejarse, emigrar a otro lugar. Hoy, en pleno apogeo de un nihilismo que obliga a un estar-en-el-mundo sin compromiso alguno con la realidad, ésta, en su forma más cruda y violenta, parece convocar en los monjes lo mejor del espíritu humano y exigirles una respuesta sin escapatoria.
Narrativamente hablando la trama no da respiro a la tensión del conflicto aparentemente antagónico entre vida o muerte, vocación o instinto. Cada monje intenta resolver a su manera este dilema básico, después de resistir a las presiones del gobierno y del ejército para que se vayan, van resolviendo la peor de todas, las que nacen en el corazón acongojado de cada uno de ellos.
La película no deja de ser una interpretación creativa y seguramente sesgada de lo que realmente ocurrió, pero en cualquier caso, te hace sentir en carne propia la angustia de la elección, el omnipresente miedo a la muerte y el lento pero imparable ascenso del espíritu en forma de un poderosa elección que expresa y concreta un puro acto de compromiso y libertad humana.