Directora, guionista y realizadora: Jasmila Zbanic (Oso de Oro, Festival de Berlín 2006, Premio del jurado del Festival AFI y Gran Premio Odyssey del Consejo Europeo de Derechos Humanos, Sección Oficial Berlín 2010).
El amor a las personas y el amor a Dios muchas veces es incompatible, esta historia lo narra con detalle, cómo una pareja transforma su relación amorosa en una confrontación cuyo obstáculo es la idea de Dios.
Ocurre muchas veces, cuando se sucumbe frente a los embates de la vida y los problemas y retos qué esta trae, resulta fácil buscar refugio en la religión. Y cuando, como en este caso, la religión está teñida de fundamentalismo, la tragedia está servida. Amar (Leon Lucev) es un joven profesional bosnio, controlador en el aeropuerto de Zagreb. Laura (Zrinka Cvitesic) es una joven y bellas azafata. Viven juntos y se aman hasta que un incidente con el alcohol hace que Amar pierda su empleo. Su solución, su particular refugio, los halla en el islam, un clavo ardiente en donde agarrarse. La historia despliega con buen ritmo el proceso mediante el cual, las ideas radicales se van aposentando en una mente temerosa e incapaz de asumir su propia mediocridad. Una vez las ideas fundamentalistas arraigan en la mente, la vida en pareja se hace insostenible.
Amar y Luna acaban en posiciones totalmente antagónicas, como lo son occidente y el islamismo radical. Dos mundos condenados a odiarse, puesto que reflejan dos estadios de la conciencia humana que no pueden coexistir. Para el islam (y en general para todos los fundamentalismos) la misma subjetividad es un pecado, la capacidad de pensar por si mismo, una herejía y el cuestionar los dogmas, una actitud inconcebible.
Es evidente que su lógica no carece de peso, sobretodo cuando critican los “vicios occidentales”, falta de valores, hedonismo, drogadicciones, síntomas neuróticos que son pandemia en nuestro estilo de vida, etc. etc. Esto, para ellos, es la prueba irrefutable no solo del camino equivocado que transitamos los occidentales sino también de los castigos divinos que merecemos por andar por el camino equivocado.
La trama narrativa integra una historia de amor abortada y abarca una dimensión social y antropológica que expone el abismo entre civilizaciones. Una tragedia que, en lugares como Bosnia, se vive con particular intensidad. Este país, fruto de un pasado comunista y ahora inserto en la dinámica europea vive con intensidad la tensión al que le someten estas dos realidades, sus orígenes musulmanes y su vocación europea.
Luna, la protagonista sufre el desgarro de descubrir como su fe en que el amor personal vencería la intolerancia que prende en el corazón de su amante resulta impotente. Los había unido un pasado trágico fruto de una guerra genocida que había arrasado con sus seres queridos y ahora los desunía una divergencia que acaba siendo avasalladora.
Resulta fascinante asimismo observar por que sutiles medios los mensajes dogmáticos y fundamentalistas penetran y se apoderan de las mentes poco alertas, más bien vagas y de los corazones atemorizados. Los dogmas, las doctrinas evitan tener que pensar, dan las respuestas hechas y contundentes a las cuestiones más arduas de la vida y a los retos más importantes del pensamiento. Estas respuestas prefabricadas por las autoridades establecidas por la tradición, a la par de evitar tener que hacer el camino y realizar el esfuerzo por uno mismo, generan un estado cuasi hipnótico, una fascinación cognitiva parecida al estado de embriaguez y/o intoxicación por drogas y un estado de ilusa felicidad que genera una dependencia emocional altamente adictiva.