La buena suerte

La siguiente historia no es de mi invención. La tomo prestada y la adapto al fin que me interesa: alertar del intútil juego al que algunos profesionales se sienten atraídos y mediante el cual “seducen” a las personas que buscan su auxilio.
La buena o la mala suerte son juicios que atrapan solo a la persona que no puede asumir la responsabilidad de sí mismo y del destino que le toca cumplir. Juicios que solo brotan de la ignorancia y a ella nos abocan como la historia nos muestra a la perfección.

«Había una vez en los confines remotos del imperio chino, en una aldea muy pobre un anciano y su hijo que vivian muy humildemente de lo que recolectaban del campo.

Un buen día al amancecer y disponerse a salir a la cotidiana tarea el hijo se encuentra delante mismo de la choza un soberbio ejemplar de caballo, parceía haber llegado allí por voluntad de los dioses.

«Padre, mira que se nos ha regalado!!!» chilló loco de alegría el hijo a su padre, «debe ser un tránsito bueno», pensó para sí, puesto que sabía que a su padre no le gustaban tales valoraciones, aunque él, influenciado por su maestro el astrólogo del pueblo, no lo dudaba. 

El padre salió a ver al precioso animal y muy pensativo solo dijo: hummmm!!
«Mira que suerte hemos tenido ahora podremos vender el caballo y hacernos ricos!!!» dijo el hijo saltando y riendo.
A lo que el padre contesto «suerte?, no sé, no sé» 

La noticia corrió por el pueblo como un reguero de pólvora. El primero en pasar fue el maestro astrólogo: «que suerte has tenido!!!», le dijo al anciano, tienes un tránsito de un planeta benéfico que te trajo un hecho bueno, que suerte, que
suerte!!» repitió extasiado de su saber. 

El anciano contesto con la misma actitud que mostró a su hijo: «Suerte?? No sé, no sé» repetía con tono prudente.
Por supuesto que lo mismo que hizo el astrólogo hicieron todos los vecinos del pueblo, desfilaron ante la casa del anciano exclamando alborozados: qué suerte!!, ahora saldrás de las penurias,!!», a lo que el anciano como en una letanía repetia lo mismo: «Suerte? pues no lo sé!!» 

El astrólogo todo ufano incluso llego a pensar en llevar el caso a la corte de astrólogos para acabar de una vez por todas con los bastonazos que se daban entre ellos y demostrar para siempre jamás lo que era un tránsito bueno y una influencia buena que se manifiesta en hechos buenos. 

En el otro lado de la frontera vivía una tribu de fieros mongoles, cazadores por vocación y agresivos por naturaleza. Al poco tiempo se enteraron que el caballo que les habia desaparecido estaba en la aldea china e interpretando objetivamente que los chinos les habían robado el caballo, organizaron una razzia para recuperarlo y castigar a los malos.

Asi lo hicieron, irrumpiendo en la aldea una noche, se dirigieron a la choza del anciano y su hijo, les quitaron el caballo y a modo de escarmiento dieron tal paliza de bastonazos al hijo que le rompieron las dos piernas.

«Qué desgracia!!!», clamaron todos, «que mala suerte!!!» decían todos a lo que el astrólogo añadía con todo aplomo: «claro!! como tenías un tránsito maléfico este día!
Por supuesto el viejo mostró ante tal hecho la misma actitud: «mala suerte??, desgracia?? pues no sé, honestamente no lo sé» no se cansaba de repetir frente a los condolidos comentarios de todos.

«¿Cómo te atreves a decir eso?»
Contestaban indignados la gente, «has perdido el caballo y tu hijo quedo lisiado, y no sabes!!!, estás loco o que???» 
Al poco tiempo, resulto que el emperador de china para prevenir ataques de los malos de allende las fronteras decidio hacer una buena obra: construir la Gran Muralla. A tal efecto dictó un bando de obligado cumplimiento mediante el cual todos los jovenes debian ser reclutados para llevar a cabo tal cometido. 

Cuando pasaron los soldados por la aldea se llevaron a todos menos al hijo del anciano pues en su estado no podia. Todo el mundo sabía que no verían más a sus hijos dada la envergadura de la obra era como una sentencia a cadena perpetua.
«Qué suerte!!!» exclamaron al anciano todos, «aunque inválido, por lo menos te quedaste con el hijo y nosotros los perdimos para siempre!!!
«Suerte???… pues… no sé» seguía repitiendo impasible el anciano, «no sé…»
A estas alturas el astrólogo decidió mejor quedarse callado y empezar a plantearse un poco más concienzudamente los misterios de la vida y el destino que nos espera a todos.

Epílogo: Tiempo despues, cuentan que el emperador de china acuciado por un problema que afectaba al imperio entero y que ningun sabio de la corte atinaba a solucionar fue a preguntar al oráculo. Saben lo que constestó el oráculo?

«El único que tiene la solución es el que no sabe… búscalo en una remota aldea de los confines de tu imperio, es viejo y tiene un único hijo lisiado…»

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