“Hemos intentado muy duro aprender que las cosas externas no son como se nos aparecen a nosotros — ¡bien, entonces! Lo mismo se aplica al mundo interno!”
Friedrich Nietzsche, Daybreak 116
“Si se supone que cierta clase de fenómenos son “lo interior” en oposición a otros considerados como “lo externo,” y si hay un objeto hipostasiado llamado “el si mismo,” yo mismo como subjetividad estoy exento; No tengo que ser volverme consciente de mí mismo. Todo está ahí fuera. La Psicología, sin embargo, comienza donde cualquier fenómeno (sea físico o imagen mental, “real” o de la fantasía) es absoluta-negativamente interiorizado en sí mismo y me encuentro en su infinidad interna. El es lo que implica, la Psicología no puede ser tenida para menos.”
Wolfgang Giegerich, CEP IV, págs. 161-2
Tanto la psicología contemporánea como su inmediata predecesora, la filosofía, atestiguaron la emergencia histórica de un nuevo tipo de consciencia que presupone, la negación de su fase anterior, la de una consciencia ingenua que da por sentado que el mundo que percibe es algo que está ahí fuera y es tal y como es, es decir como se percibe. Esta posición nunca alcanza a cuestionar que lo que se percibe del mundo está íntimamente relacionado con el modo de percibir, que no hay un mundo afuera independiente de la mirada que lo contempla. Esta verdad aun no ha hecho mella en grandes sectores de nuestra vida cultural, social y política donde la permanente asunción de que hay un mundo objetivo al que juzgamos de tal o cual manera ha de ser cambiado para ajustarse a nuestras propias ideas, credos o intereses sin cuestionar las propias presunciones, de ahí surgen las ideologías, los partidos políticos y un sector importante de de la ciencia. En el terreno de la realidad interpersonal, en la que todos nos movemos son mayoría aquellos que en sus relaciones viven convencidos de que cuando las cosas van bien es gracias a uno y cuando van mal es culpa de los demás.
En todo aquello palpita una de las características esenciales del mencionado estado de consciencia, la escisión sujeto/objeto. Nuestra percepción y entendimiento se estructura en base a esta dicotomía nuclear. Partimos de que hay un sujeto que contempla una realidad colocada enfrente y con ello caemos en la falacia de que presuponemos a un sujeto excluido, afuera de la realidad percibida.
Esta presunción inaugura por Descartes en nuestra modernidad empieza a ser cuestionada desde varios ángulos filosóficos, Kant, Nietszche, Hegel, Heidegger, entre otros, son los pensadores y voceros que luego en la psicología encuentran continuación en la psicología profunda (Freud, Jung, Hillman, etc.) culminando en los revolucionarios planteos del psicólogo W. Giegerich que permiten concebir un tipo de consciencia que superando la escisión sujeto/objeto es capaz de volverse consciente de si misma. Un tipo de consciencia en la que ésta puede “regresar a casa” superando su propia alienación y permitiendo un nuevo modo-de-ser-en-el-mundo.