La Psicología, desde sus inicios, ha padecido un destino peculiar. A pesar de su temprana vocación de erigirse en ciencia y ser considerada como tal, nunca ha conseguido ser reconocida plenamente. Por eso hablamos de psicologías más que de psicología. El fenómenos de las escuelas (conductismo, psiconanálisis, cognitivismo, etc.), los diferentes aproximaciones, metodologías, etc., hacen de nuestra ciencia una candidata eterna a una aceptación que nunca llega y la someten a una especie de crisis permanente en la que gran parte del esfuerzo teórico e investigativo se emplea en rebatir, demostrar y criticar los enfoques, teorías y modelos divergentes.
Nada hay de malo en ello, se podría aducir, puesto que de esta confrontación surgen nuevas ideas y teorías y por tanto la psicología se enriquece. Por ejemplo, hoy en día los aportes de los modelos cognitivistas, suponen, para muchos, un avance y una superación de las teorías conductistas que haciendo gala del positivismo más radical habían reducido la psicología al estudio empírico de la conducta manifiesta y sus procesos de adquisición y cambio (aprendizaje).
De los excesos positivistas y reduccionistas del conductismo aparece un movimiento que tiene a reivindicar que la psicología se dote de un nuevo objeto, fruto de ello es la irrupción de la cognición humana como centro de interés, que supone una ampliación de los horizontes conceptuales y un regreso a la necesidad de postular constructos, mecanismos y entidades no observables empíricamente.
Desde otro ángulo se observan asimismo unos desarrollos teóricos que critican con igual interés las posturas universalistas y absolutistas de los postulados positivistas. Se trata del surgimiento del constructivismo y de sus modelos teóricos que contextualizan y sitúan la conducta y las habilidades cognitivas del ser humano confiriéndoles una dimensión histórico-cultural relativizadora y abriendo el campo de estudio e interés a los factores extrapersonales, superando a sí el personalismo y el absolutismo de las anteriores posturas.
Aunque los teóricos conductistas rechazan el principio un regreso a posturas mentalistas, el desarrollo de la teoría de la información y la tecnología computacional consiguen superar las resistencias y paulatinamente, los estudios cognitivistas y constructivistas consiguen imprimir un nuevo desarrollo y un enriquecimiento teórico y metodológico a nuestra disciplina.
Por otro lado, algunos autores lanzan un grito de alerta, las ciencias cognitivas (neurociencia) acabarán con la psicología, un nuevo reduccionismo la amenaza, se trata de los desarrollos en neurología, bioquímica, genético, etc. cuyos descubrimientos pretenden reducir todo comportamiento psíquico complejo a sus componentes más básicos: las influencias genéticas.
La psicología enfrenta pues dos posibles áreas de presión reduccionista que la amenazan ontológicamente. Por el lado de las ciencias humanas y sociales, la sociología, la antropología, etc. pueden acabar explicando el hecho psicológico como un derivado de factores sociales, antropológicos, culturales, etc. Por otro, las neurociencias diluyen al mismo hecho psicológico en factores genéticos y bioquímicos que le niegan su especifidad ontológica y lo convierten en mero epifenómeno derivado de sus esencias bioquímicas. Dos frentes abiertos entre los que la psicología se debate y mira de construir su propio status epistemológico, teórico y metodológico.
La noción de Psicología
Toda ciencia tiene como su tarea constituyente básica la de proveerse de objeto. Así pues el objeto de la psicología es obviamente la psique, como bien denota su origen etimológico: Psique-Logos, discurso sobre el alma, un decir verdades acerca de la psique, un saber de la psique.
En gran parte de la psicología convencional es precisamente ahí donde vemos que existen graves problemas. La disciplina carece en muchas orientaciones de un objeto autónomo que es disputado, reducido o negado, como hemos, por otras disciplinas y ciencias. En cambio, para Giegerich, resulta absolutamente necesario que la psicología más que imitar los métodos de las ciencias físico naturales (orientación naturalista y positivista), la imite en su petitio principii inicial:
«El ejemplo clásico para el origen de una ciencia es la física matemática. Lo que hizo de la física una ciencia “exacta” y el modelo para todas las demás ciencias, no fue ni el método empírico ni la aplicación de la matemática a la naturaleza, sino algo más fundamental, que solo hizo posible el método empírico-matemático en primer lugar: la entrega incondicional de la física a su preconcepción subyacente del mundo, a su propia “naturaleza” a priori. Con compromiso absoluto, la física siguió el principio de que la “naturaleza” tenía que explicarse exclusivamente a partir de causas “naturales”. En ningún momento de la investigación se permitía que la ciencia recurriera a cualquier factor fuera de su propia visión. Tenía que apelar a sus propios recursos.»1
Se trata de adoptar una definición de psique que sea auto-contenida, que no descanse o depende de factores extrapsicológicos como los que provienen de la biología, la sociología, etc. No hace ningún bien supeditar el hecho psicológico a la interacción social, la combinatoria genética, la anatomía cerebral o la actividad neuronal. Como hizo la física «no deja entrar nada de fuera que no pertenezca a la naturaleza de la física; esto significa que la naturaleza se concibe aquí como auto-contenida, en su propio origen, una realidad espontánea y autónoma.»
Si enfocamos la psique como un objeto autónomo y auto-contenido ha de buscarse la especifidad de su estudio y la metodología que se adopta y/o se crea de un modo asimismo específico, sui generis, de acuerdo más a las necesidades del propio objeto que a los cánones que se derivan de la lógica investigativa aplicada otros campos de estudio y objetos2.
La física se instaló en su propia tautología: los fenómenos físicos han de explicarse exclusivamente mediante fenómenos físicos, la psicología ha de hacer lo mismo si quiere evitar su posible desaparición: lo psíquico ha de explicarse por lo psíquico, «la imitación del método científico de la física haría exactamente lo opuesto de lo que la misma física hace y nos enseña: que el estilo de un campo debe derivarse exclusivamente de su propia visión a priori.«
Muchos autores cognitivistas, a pesar de su interés en conceptualizar modelos mentalistas acaban sucumbiendo a la idea hoy imperante de la subordinación del hecho psíquico a algún factor extrapsicológico, para Eskenazi, aún predomina un enfoque naturalista «que aspira a colocarse ante “lo psíquico” del mismo modo en que la física se coloca ante “la naturaleza”: como un observador neutral que intenta “verificar” objetivamente un conjunto de hechos. Las diferencias metodológicas surgirían en todo caso de la especificidad de los “hechos” estudiados, pero nunca de la diversidad esencial del enfoque. En el mejor (y más triste) de los casos, la psicología usa un método “introspectivo” como complemento del método experimental en la ciencia física.»3
El problema que apenas se cuestiona es que a diferencia del observador del hecho físico, el psicólogo observa lo psíquico desde su propia psique, por tanto existe una coincidencia no clarificada entre observador y observado. El objeto de la psicología incluye al sujeto. Como dice el autor «el psicólogo, hasta hoy, se ha colocado ante la psique como si su propia “explicación” u “observación” fuera independiente de lo explicado y lo observado, es más: como si fuera independiente de la investigación misma. Ilusión que es precio del naturalismo y del positivismo. El “hecho” pareciera así permanecer “fuera” de la conciencia que lo estudia. Pero ¿es esto posible en psicología? ¿Qué precio tiene esta “disociación”… que, si bien se niega programáticamente, sin embargo se practica sistemáticamente?»
Fundamentos epistemológicos
La tradicional distinción cartesiana res cogitans y res extensa, sigue dominando los supuestos epistemológicos que rigen la actividad teórica psicológica. Una psicología que opera necesariamente con la división entre ser humano y mundo, sujeto y objeto, interior y exterior, psicología y física, y sólo se siente legitimada para una sola mitad de este todo dividido. Un supuesto tan aceptado que parece lo más natural del mundo, no se considera que requiere justificación, aunque sus consecuencias hoy empiecen a resultar evidentes, por ejemplo, en el campo de la psicopatología que cae en sesgos -también denominados falacias- personalistas y antropológicas4.
En razón de esta aproximación epistemológica se hace evidente, la contradicción en la que se mueve la psicología en sus pretensiones de ser objetiva, aquello que según la premisa epistemológica se define como perteneciente al lado subjetivo de la escisión sujeto-objeto.
Consideraciones personales
La psicología del pensamiento conforma un ámbito dentro de la psicología, cuyo interés, según creo, se acerca más a la necesidad de una noción de psique que se libere de los lastres naturalistas y positivistas. Con la irrupción del cognitivismo y los enfoques constructivistas se dio un paso de gigante en el camino de recuperar un objeto propio, En cambio, la irrupción de la metáfora del ordenador y las teorías de la información supusieron un nuevo peaje que reducía al objeto de la psicología a una mera réplica maquínica o lo diluía en flujos de información inespecíficos que podían observarse no sólo en la psique sino en casi todos los fenómenos del universo.
La irrupción de las corrientes hermenéuticas han supuesto una nueva dimensión, el estudio del significado parece acercarnos a una especificación del objeto de la psicología aunque la aproximación interdisciplinar, necesaria por un lado, tiende de nuevo a diluir y a confundir los límites del hecho psicológico.
El constructivismo si bien ha hecho surgir una conciencia relativizada y más atenta a la multidimensionalidad de las influencias que afectan la cognición humana, suponiendo asimismo una liberación de la búsqueda totalitaria y dogmática de universales, también presenta el peligro propio de todo relativismo, un silopsismo que puede acabar siendo igualmente un lastre.
Un nuevo reto y un posible nuevo objeto, el pensamiento creativo, cuya complejidad desafía los enfoques reduccionistas, presenta el potencial de estimular una crítica y un cuestionamiento del objeto de la psicología.
Considero pues de importancia capital para el psicología tanto en su versión teórico-investigativa como en su vertiente de aplicación en los diferentes campos y ámbitos culturales, una reflexión crítica, un ejercicio de pensamiento creativo que suponga la posibilidad de independizarse totalmente de los supuestos epistemológicos y de los modelos teóricos afiliados al paradigma, hoy ya clásico, del positivismo incluidas las versiones neopositivistas y la búsqueda de un objeto plenamente autónomo, una noción de la psique que más allá del contenido que exprese sea garantía de que nada ajeno a la psicología supeditará su actividad como disciplina independiente y la capacidad creativa de un pensamiento psicológico autónomo. Si mediante la actividad psicológica el ser humano da cuenta del mundo que le rodea, el psicólogo se enfrenta a un doble problema, hacer objeto de análisis su propia actividad psicológica mediante la que da cuenta del hecho psicológico.
Resulta claro, la tradicional epistemología que escinde ambos polos ha de quedar superada por nuestra disciplina. La pretensión de generar formulaciones positivas acerca del hecho psicológico queda en suspenso, la psicología ha de cuestionarse la postura epistemológica ingenua que subyace a tal pretensión. Giegerich, el autor en el que me he basado para el trabajo, postula la necesidad de que la psicología atienda sólo a la creación de formulaciones negativas (en el sentido lógico hegeliano 5), aunque explicitar su postura queda fuera del alcance de este trabajo, representa para mí una afirmación no sólo atrevida sino altamente sugerente y excitante por las posibilidades de una nueva revolución cognitiva en Psicología.
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NOTAS
1 Giegerich, W. (2005).
2 La psicología, según el autor debería crear su propia versión (psicológica) de exactitud y certidumbre lo que abre horizontes al desarrollo de una metodología asimismo propia.
3 Eskenazi, E. (2008).
4 «A la consulta llegan hoy multitud de pacientes que la utilizan a modo de muro de las lamentaciones en donde descargan malestares cotidianos que traducen una miseria sentimental y un sufrimiento generalizado, imposibles de solucionar desde los espacios psi. Son pseudodepresiones y angustias reactivas a un malvivir urbano, a unas situaciones que los pacientes no pueden ni quieren cambiar. «Estrés» es el nombre que traduce al diagnostico psi trabajos agotadores, turnicidad, endeudamiento con el piso, malquereres domésticos, agobios que no causan la depresión sino que la constituyen”. Véase Ronduelos (2006)
5 “Así como frecuentemente, en la vida cotidiana, topamos con una verdad inmediata que, sometida a reflexión, resulta no ser verdad (resulta ser no-verdad), de modo que la verdad final ha sido construida (se ha construído a sí misma) en la reflexión, la reflexión es el camino y el proceso del saber. Pero reflexión (y reflejo) es justamente mediación (como opuesto a la in-mediatez), distancia, movimiento, negación: negatividad. Y esa primera no-verdad apariencial, positiva, no negada aún, no es sino un momento en el despliegue de la verdad reflexiva y reflejada, verdad que llega a ser lo que es en el proceso mismo de reflexión y que, por tanto, contiene la apariencia como una etapa necesaria, imprescindible, de su propio autodesarrollo. La verdad se hace conteniendo la no-verdad como un momento de su autodespliegue. La verdad está no en una parte, un momento, sino en el todo, que a su vez se refleja en cada uno de sus momentos.” Eskenazi (2009).
BIBLIOGRAFIA
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– Bruner, Jerome. (1986). Realidad mental y mundos posibles. Los actos de la imaginación que dan sentido a la experiencia. Barcelona: Gedisa.
– Bruner, Jerome. (1991). Actos de significado. Más allá de la revolución cognitiva. Madrid: Alianza.
– Carretero M. Y García Madruga, Juan A. Comp.(1984). Lecturas de Psicología del pensamiento. Madrid: Alianza.
– Eskenazi, E. (2008). La miseria de la psicología. Recurso web:http://homepage.mac.com/eeskenazi/miseria1.html. Recuperado el 26/05/09, 16 h.
– Eskenazi, E. (2009). Hegel, Giegerich y la psico-logía. Recurso web:http://eeskenazi.blogspot.com/2008/09/hegel-y-la-psico-loga-1.html. Recuperado el 27/05/09, 9 h.
– Gabucio Cerezo, F. (coord.) (2004). Psicología del pensament. Material didáctico. UOC.
– Gardner, H. (1987). La nueva ciencia de la mente. Historia de la revolución cognitiva. Paidós: Buenos Aires.
– Giegerich, W. (2005). ¡Sin coartada! Comentario a «La Psique Autónoma». Una comunicacióna Googheart desde el campo Bi-Personal de Paul Kugler y James Hillman». Incluído en Collected English Papers, vol. 1: The Neurosis of Psychology – Primary Papers towards a Critical Psychology. Santa Barbara, CA. Spring Jounal Books.
-Ronduelos G. (2006) ¿Miserias sociales o malestares íntimos?. Revista Archipiélago. Madrid.