Dirigida por Iciar Bollain (2011)
Guión: Paul Laverty
Con Luis Tosar, Gael García Bernal
13 Nominaciones a los Premios Goya, representante española para los Oscars de Hollywood. También competirá en los premios Ariel de México.
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Un proyecto cinematográfico al estilo hollywoodiense acaba siendo el desencadenante de una toma de consciencia brutal. en nuestro modo de estar en el mundo, en otros, como en el de la motivación humana, comprendemos que este mismo proceso histórico se revela como una ilusión. La narración se estructura en base a saltos sin solución de continuidad entre una realidad presente y actual en la que la explotación del hombre por el hombre es su cuño, y una realidad escénica, la de la época de la colonización en la que la misma realidad campa por sus anchas. Quizás de un modo más descarado y brutal pero con los mismos ingredientes anímicos e (in)morales. La misma codicia, la misma violencia para con el débil, la misma usura en la que sólo se reconoce el valor del oro (hoy dólares), y de la propia autoimportancia.
Una interpretación magistral no sólo de los conocidos protagonistas, sino también de los indígenas que se ven llevado a repetir en el encuadre escénico una tragedia que asoló a sus ancestros y lo sigue haciendo a sus coetáneos, y una puesta en escena muy cuidada imprime de un realismo mágico el relato que se fundamenta en una curiosa sobreposición del esteticismo nihilista propio del arte cinematográfico que lo encuadra todo desde la perspectiva del nada importa más allá del impacto audiovisual y económico, con el fundamentalismo religioso cuya ceguera absoluta a otros valores que no sean los del propio credo. El puente entre el histórico fundamentalismo y el contemporáneo nihilismo se construye en base a la misma insensibilidad y violencia.
Claro está, nobleza obliga, el imperativo de dramatizar la historia,de acuerdo al canon cinemático vigente siervo del imperativo del entretener, ilusionar y buscar dividendos atrayendo una gran audiencia, imprime a la historia un final heroico y edificante. El arco de transformación de los protagonistas se cumple a la perfección, con todo, esta película deja una herencia, un deje de amargura y un pesimismo renovado que al menos tiene la virtud de obligarte a reflexionar, de sacudir la incesante tentación de quedarnos dormidos en los laureles de nuestra “avanzada” sociedad.