Dirección y guión: Michel Hazanavicious (2011)
Casting: Berenice Bejo, Jean Dujardin
Premio mejor actor, Festival Internacional de Cannes 2011.
Una historia de amor, melodramática, como Dios manda, en un lenguaje puramente visual, como el cine debería ser, al menos asi lo creía su protagonista. Una creencia que le llevó al fracaso de su carrera como actor y a la peor crisis de su vida.
Un festival de gestos histriónicos y de miradas perdidas que expresan más y mejor que mil palabras y comunican más efectivamente, en su retórica muda, la gama y la modulación compleja de los sentimientos.
El cine en su origen fue mudo; la imagen en movimiento, su única pasión. Esta obra maestra en la que sobran las palabras, es un logrado homenaje al cine, a su esencia. El protagonista encarna asimismo el espíritu de una época en transición, su rechazo a adaptarse a los requisitos sonoros de los nuevos tiempos le arrastran a la crisis existencial y al descubrimiento del amor, todo a la vez. Ella, la amada, un personaje lleno de candor y rebosante de una fresca seducción, no se deja deslumbrar por el éxito ni se cohibe a la hora de luchar por su amado. El final feliz, a la mejor manera del Hollywood clásico, nos deja esta vez, un agradable sabor de boca, una vaga nostalgia de una época, ¿pasada?, ¿soñada?, en donde aún era posible la inocencia y la entrega sin reservas. Una época en que la palabra muda y la imagen expresiva del nuevo lenguaje fílmico constituían los cimientos del imperio de la imagen que hoy, en nuestra sociedad mediática, a todos subyuga.