A mi lado, la vejez inmóvil
seca y aturdida
enfrente, niños insolentes
sin quererlo
sacuden sus dedos de golosina
otros dedos que marcan ansiosos el número móvil
esperas impacientes
búsquedas descubiertas
ella avanza firme sin dudar
él mira ensimismado
luchando por entender
mordiendo sus labios desesperados…
vida convertida en máquina
espejo de si misma
reflejo del lugar sombrío
danza sin ritmo, música sin compases
el lazo que nos ata al gran amo…
sentado en la plaza
esperando la nada
mis ojos enfocan
el árbol de enfrente
maestro del silencio
ser inerte y vivo
solitario, suficiente…
mañana no será
otro día más que hoy
piernas que sostienen
el cuerpo que va a morir
encuentros sin diálogos
ritmos que se repiten
incansablemente
sonrisas que riegan el vacío que las rodea
frases de polvo y ruido que cantan alegrías fatuas
no hay más dudas, sólo instantes fugaces
me resisto a ser desmembrado
un escozor inocuo avanza sin cesar